Música y músicos
Sindo Garay nació en Santiago de Cuba el 12 de abril de 1867, pocos meses antes de dar inicio la guerra de los diez años, una contienda que se libró en la mayor de las Antillas por obtener la independencia de la metrópoli española.
Le cantó a la mujer como
pocos, fue el trashumante que viajó a todas partes y en todas partes hizo
amigos y canciones, tuvo amores en los cuatro puntos cardinales, pero su mejor
canción, la canción de su vida la encontró en Santiago de los Caballeros. El
autor de canciones que siempre se recuerdan, como La tarde, La bayamesa, La
perla marina y tantas otras, llegó a la ciudad corazón y allí quedó prendado de
una bella mujer dominicana.
Sindo Garay nació en Santiago de Cuba el 12 de abril de 1867, pocos meses antes de dar inicio la guerra de los diez años, una contienda que se libró en la mayor de las Antillas por obtener la independencia de la metrópoli española.
Sindo Garay. Fuente externa. |
Sindo Garay nació
en Santiago de Cuba el 12 de abril de 1867, pocos meses antes de dar inicio la
guerra de los diez años, una contienda que se libró en la mayor de las Antillas
por obtener la independencia de la metrópoli española. Su madre, una mujer de
bella y afinada voz de contralto, le cantaba sobre todo canciones patrióticas,
y desde muy pequeño le puso en contacto con las fuentes de la canción cubana.
También en
aquella modesta casa se encontraban para cantar y ayudar a los mambises,
personalidades de la música cubana de la talla de Pepe Sánchez, quien fuera el
horcón sobre el cual se erigió el bolero, uno de los géneros musicales más
cultivados en toda América. De aquella época dijo Sindo en sus memorias:
“Tendría yo alrededor de cinco años y recuerdo que mi casa era visitada
frecuentemente por muchos cantadores y gente del ambiente artístico
santiaguero”.
En esas
contiendas patrióticas y musicales creció Antonio Gumersindo Garay y García,
quien a muy corta edad ya componía canciones, se acompañaba a la guitarra, era
maromero de circo, aprendiz de talabartero y servía de mensajero a los
patriotas cubanos insurrectos.
Corría el año
1894 cuando llegó a Santiago de Cuba el circo de Portela, Bonne y Anido en el
cual se presentaban los cantadores Ulpiano y José Valdés. Por supuesto que
siendo la familia Garay una de las más ligadas en esa época a aquel tipo de
espectáculos, por tener en Sindo al perfecto entretenedor, surgieron de
inmediato relaciones amistosos muy fuertes y que durarían largos años con
algunos de aquellos cirqueros.
En aquella
oportunidad el circo tuvo en Santiago de Cuba graves problemas financieros y
debió disolverse la compañía, fue entonces cuando Bonne le propuso a un pequeño
grupo, en el que estaba incluido el bisoño Sindo, que salieran del país a
buscar nuevos horizontes. Ya para entonces Sindo, en sus trajines
independentistas, había recibido un balazo en una pierna al producirse una
refriega de la que salió vivo de milagro, y poco era lo que podía ganar con su
trabajo, fue por eso que aceptó emigrar por primera vez.
El primer puerto
fue Cabo Haitiano donde tampoco les fue muy bien por lo que después de unas
pocas funciones recogieron sus bártulos y se trasladaron a la República
Dominicana, donde el bardo cubano, después de desintegrarse la compañía, iba a
permanecer durante casi cinco años.
Anduvo, como un
rapsoda, por montes y poblados sin descanso, buscándose el sustento con los más
disímiles oficios y siempre con su imaginación al galope, creando poesías y
canciones. Así llegó a Santiago de los Caballeros a finales de 1899, donde
enseguida se relacionó con los trovadores del lugar y al poco tiempo ya andaba
en su medio, rodeado de amigos y entonando sus canciones. Fue en eso que
conoció a María Petronila Reyes y Zamora, una mujer a la que él describió en
sus memorias como «una india hermosísima, de piel tostada y ojos rasgados y
bellos. [ ] De pelo abundante, negro, (que) le cubría casi toda la espalda». Si
así la vieron sus ojos, sus palabras no la dejaron ir. El trovador comenzó a
enamorarla de inmediato y al poco tiempo ya compartían «el pan y la cama».
María Petronila
fue la madre de sus hijos Guarionex y Guarina, quienes nacieron en Santiago de
Cuba, puesto que ya para el año 1900 en la isla había terminado la guerra y
Sindo Garay creyó que era hora de regresar a casa. Entonces se llevó consigo al
amor de su vida, al amor que había encontrado en el otro Santiago, y un montón
de canciones creadas en tierra dominicana.
Los años por
venir iban a ser de grandes alegrías para el creador, sus canciones le darían
la vuelta al mundo y serían cantadas por voces de todos los confines del
planeta, eminentes figuras del mundo del arte elogiarían su obra, y la vida le
premiaría con el don de la longevidad, prolongándole la existencia hasta el 17
de junio de 1968, fecha en la que dejó de existir el más prolífico de los
trovadores cubanos.
Rey Guerra, guitarra.
Perla Marina / Mercedes, de Sindo Garay.
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