El objetivo verdadero es quitarse de encima una población de profesionales a
los que la economía cubana no puede pagar de acuerdo a su trabajo y que colocándolos
en el mercado internacional pueden producir ganancias millonarias.
Desvestir a un santo para vestir a otro
Ahora está en el candelero la noticia de
los miles de médicos cubanos que La Habana y Brasilia han negociado. Los
comentarios van y vienen y las fiebres suben y bajan, pero esta no es más que
otra página en la aparentemente interminable tragicomedia de Cuba y la penosa complicidad
de las naciones a su alrededor, que por lo general aplauden o miran para otra
parte.
Esta vez el espectáculo no es diferente, guerrilleros,
tropas, médicos, ingenieros, deportistas, y profesionales de muchísimas
carreras han sido enviados por “solidaridad y amor” a los cuatro puntos
cardinales, provocando los mismos males y las mismas fortunas dentro y fuera de
la isla, nada ha cambiado, quizás las circunstancias son distintas y la
velocidad electrizante a la que viajan hoy las noticias, pero todo lo demás es
más de lo mismo, es un modo de operar establecido desde hace más de medio
siglo.
Es posible también que algunos matices
estén cambiados, pero la esencia, lejos de estar en la “solidaridad y el amor”
está en las ganancias que obtiene el caudillo de La Habana con este tipo de “internacionalismo”,
en la posibilidad de amortiguar la crisis profunda que padece la isla.
El amor no es el objetivo porque se
desviste un santo para vestir a otro, el amor no es la inspiración en este
negocio porque hay millones de cubanos que tienen que esperar meses para
acceder a una consulta médica, un análisis, unos exámenes de cualquier tipo y
sufrir el pésimo estado de los hospitales y policlínicos.
Pero el General y su hermano, el ex máximo
líder, obtienen fabulosas ganancias económicas, políticas y sociales, incluso
cuando los ciudadanos en la isla, como en cualquier capitalismo salvaje, sean
cada vez más pobres. El objetivo verdadero es quitarse de encima una población
de profesionales a los que la economía cubana no puede pagar de acuerdo a su
trabajo y que colocándolos en el mercado internacional pueden producir
ganancias millonarias. Es cierto que corre el riesgo de que deserten, pero por
encima de eso está el hecho cierto de que si regresan al país es bueno para Él y
si no regresan también.
Ya se han quitando de encima a cientos de
artistas e intelectuales, científicos, músicos, soldados, bailarines, periodistas
y escritores, fueron saliendo de ellos mandándolos en misiones o manadas de
colaboradores. Esa ha sido una de las jugadas más brillantes del que dicta,
aunque sabe que corre el riesgo de que nunca más regresen y que se separen
de la misión al ver el mundo real y los reales que se pueden ganar en el mundo,
pero gana porque se quita de encima a posibles ciudadanos conflictivos,
majaderos que al no tener ni detergente para lavar la bata blanca, ni la
posibilidad de tomarse un café antes de entrar al quirófano, se pudieran poner
muy nerviosos y escribir fuera del guión.
Gana el que dicta, porque mientras los
colaboradores vivan el sueño de ser emigrantes temporales y puedan buscar y
encontrar los muebles sanitarios que le faltan en el baño de su casa de
Pogoloti, Carraguao o el Vedado, puedan conseguir la pacotilla que no consiguen
en las trapichoping cubanas y otros
etcéteras no se convertirán en unos indisciplinados sociales y mucho menos le
irán de frente al que dicta.
Ah, que los habitantes de la isla estarán
cada vez peor por esto y por lo otro, pues eso también es cierto, pero a Él eso
le importa un comino, lo cual ha demostrado con mucha eficacia durante los
últimos cincuenta y pico de años. El banco pierde y se ríe, como dice el
refrán, porque los profesionales que no deserten se ocuparán de equilibrar la
balanza y los que deserten posibilitarán que la presión escape de la olla, y así
estará “todo arreglado”, aunque los hospitales sigan siendo cada vez más
inhóspitos y los pobres de este mundo, atendidos eventualmente por un médico
cubano, le estarán eternamente agradecidos al caudillo, aunque ese médico no
tenga ni donde caerse muerto.
PD: No lo he podido comprobar, pero si estos
4000 médicos corren la misma suerte que otros “internacionalistas” portan
pasaporte oficial, el cual les es retirado por el “Jefe de la Delegación”
después de concluidos los trámites migratorios.
PE: Al terminar de escribir leí que Brasil
no contratará a contingente médico cubano. ¿Será?