Es sabido que la rapidez en los medios impide muchas veces la corrección de faltas ortográficas, malas sintaxis y otras yerbas; pero además de eso, hay contenidos que matan.
Así como por el síndrome del
envase vacío se me acumulan piezas que periódicamente debo desterrar de mis
anaqueles, otro tanto me sucede con impresos de todo tipo. Revistas,
periódicos, notas manuscritas, listas de supermercado, boletos aéreos, estados
de cuentas se me acumulan de manera descontrolada, por lo que de tanto en tanto
me veo obligado a llamar al orden y deshacerme de esa impedimenta.
Por supuesto, que cada una
de esas campañas de persecución de papeles acumuladores de polvo y humedad debo
realizarla con cuidado, porque no se debe lanzar a la basura ningún dato
comprometedor -por si las moscas- y mucho menos un dato que pudiera necesitar
para documentar algún diagnóstico.
Siendo esto así, durante la
última campaña, mientras inventariaba lo que sí y lo que no, encontré una
página de una publicación del Ministerio de Cultura de la República Dominicana,
una crónica que se ha salvado del reciclaje y permanecerá, a partir de hoy,
digitalizada, como uno de los más ensordecedores dislates que he tenido la
oportunidad de leer.
Es sabido que la rapidez en
los medios impide muchas veces la corrección de faltas ortográficas, malas
sintaxis y otras yerbas; pero además de eso, hay contenidos que matan. He podido
leer críticas de conciertos de música clásica en los que se mencionan obras que
nunca se interpretaron, e incluso crónicas de eventos que fueron suspendidos.
Sin embargo, el impreso al que me refiero sobrepasa lo imaginable.
En la página 23 de la
revista Observatorio, editada por el
Ministerio de Cultura de la República Dominicana -en fecha que no pude rescatar-,
bajo el título de “Conservatorio Nacional de Música de aniversario”, en uno de
sus párrafos dice: “Como parte del programa, se interpretaron: “Un tango” de
Claude Bolling, […]; también, “Quando me vo”, de Giaccomo Puccini; y “la Salida
de la Zarzuela”, de Gonzalo de Roig, a cargo de Cecilia Valdés y Marianela
Sánchez, como sopranos, […]” (Sic) (¡!)
Es decir, quien escribió
esto, no tiene ni idea de lo que escuchó, si es que ciertamente estuvo en la
sala. Lo que interpretó Marianela Sánchez fue la «Salida de Cecilia», de la
zarzuela Cecilia Valdés, de Gonzalo Roig. Esta es una parte emblemática de la
obra, porque es donde se presenta la protagonista ante el público y canta una
romanza conocidísima. Además, la zarzuela está basada en una obra clásica de la
literatura americana; sin embargo, la crónica nos dice que «la Salida de la
Zarzuela», estuvo a cargo de Cecilia Valdés y Marianela Sánchez como sopranos.
Este es uno de los síntomas
que con mayor fuerza documenta la inopia de algunos medios tradicionales
dominicanos; pero sobre todo, es la muestra del clientelismo político y del
valor del “enllave” por encima del conocimiento.
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