miércoles, 16 de mayo de 2018

ELEGIR NO ES COMULGAR

(Este artículo lo escribí hace tres años pero se quedó fuera de este blog por algún motivo que aún no descubro; sin embargo, a la luz de las elecciones en Cuba y las anunciadas en Venezuela, está tan actualizado como si lo hubiera escrito hoy, así que ahí les va) 

En Cuba, para la gran mayoría, ha sido imposible elegir entre un auto japonés o uno europeo, ha sido imposible, durante más de medio siglo, elegir libremente el vestuario, la comida, la escuela a la que asistirán sus hijos, el credo en el que crecerán sus familias, la carrera, el empleo, la ciudad en la que habiten.

Foto: Fuente externa
La lógica irracional de las «elecciones» en Cuba

Hace más de medio siglo, cuando la Coca-Cola solo existía en el recuerdo de los cubanos, se propagó el mito o leyenda según el cual, el entonces Comandante Ernesto Guevara, alias el Che, había dicho que la Coca-Cola sabía a cucaracha.

A pesar de que los cubanos habíamos probado la Coca-Cola muchos años antes de aquellos dichos «antiimperialistas», muchos llegamos a convencernos de que aquellas palabras eran ciertas, en definitiva, a veces la memoria falla, y, más aún, ya no había manera de elegir entre Coca-Cola Ironbeer, Jupiña, Materva, Pepsi-Cola o cualquier otra marca para hacerse una idea propia de aquel asunto. 

Entonces, a causa de las expropiaciones y las ineficiencias productivas del nuevo régimen, desaparecieron todos los productos de consumo -tal como sucede hoy en Venezuela-, y a fuer de no tener otra opción, junto con las marcas y la variedad de los productos de consumo, desapareció de la sociedad cubana la capacidad para elegir. Entonces debimos comulgar, emigrar o perecer.

Han pasado 56 años en los que varias generaciones han vivido sin la capacidad para elegir un buen café, un buen tabaco… y ni hablar de una buena fabada. Durante más de medio siglo, ha sido imposible para varias generaciones ir al mercado y elegir la marca de su preferencia. Algo tan simple como elegir el queso crema Philadelphia para los cascos de guayaba Conchita, ha sido extirpado de la mente de los cubanos que viven en la isla.

En Cuba, para la gran mayoría, ha sido imposible elegir entre un auto japonés o uno europeo, ha sido imposible, durante más de medio siglo, elegir libremente el vestuario, la comida, la escuela a la que asistirán sus hijos, el credo en el que crecerán sus familias, la carrera, el empleo, la ciudad en la que habiten, el lugar al que viajen, las palabras que digan, el periódico que lean, el canal de televisión que sintonicen, la emisora radial que escuchen y el lugar en el que han de reposar sus restos mortales y los de sus familias.

Para millones de cubanos ha sido imposible, durante cincuenta y seis años, elegir libremente cualquier cosa, eso desapareció de la ideología de la gran mayoría de los cubanos que viven en la isla; sin embargo, este fin de semana, el domingo 19 de abril -casualmente una fecha de gran importancia para la llamada «revolución cubana»-, quienes ejercen el poder en Cuba han echado a volar las campanas de unas «elecciones democráticas».

Sin dudas que este es un paso más en la ilusión que están vendido al mundo los hijos de Birán, y por supuesto, esa ilusión la pueden hacer pasar como verdad porque, entre otras cosas, la gran mayoría de los que han votado perciben que han elegido, que pudieron optar por el candidato de su preferencia; sin embargo, del mismo modo que no les ha sido posible elegir los productos que consumen, tampoco les ha sido posible elegir las ideas políticas en las que creen, no les ha sido posible elegir a los candidatos libremente, porque los candidatos, para ser elegibles, deben ser «revolucionarios» y ser «revolucionario», en el contexto de la llamada «revolución cubana», se define como el solidario del partido único, del partido liderado por el mismo hombre y su hermano desde hace más de medio siglo. Los candidatos deben coincidir en ideas o sentimientos con los líderes de la «revolución».

Para que los cubanos podamos elegir libremente, para que tengamos libertad para obrar, debemos tener opciones distintas, y para eso, quienes ostentan el poder deben descriminalizar la oposición y reconocerla como una fuerza esencial para la construcción de la verdadera democracia. Mientras no exista la posibilidad de que cada cual elija la opción que considere mejor entre propuestas distintas, mientras los que disponen del poder en Cuba continúen en la «batalla de ideas» -si antes no sucede lo inexorable-, los cubanos seguirán yendo a las urnas para comulgar, no para hacer una elección.


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6 comentarios:

  1. María Antonieta21/4/15 12:23 p. m.

    Excelente Tony !!!!! genial !!!!

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    1. Mariantonieta, y fíjate, ahora lo vuelvo a publicar, tres años después y el cuartico está igualito, o peor. Gracias por tu comentario.

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  2. María Antonieta22/4/15 7:54 p. m.

    tengo una intolerancia total a esto !!!! uhhhhhhhh qué triste que vivimos tantos años en esto

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  3. LA TRANSICION DE LA POBREZA A LA PROSPERIDAD ES EL NUMERO DE OPCIONES REALES INFORMADA POR EL CONOCIMIENTO.

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    1. Felipe, eso está demasiado profundo para mí, trae la idea un poco más a la superficie para que respire a ver si te entiendo. Gracias por tu comentario, te lo agradezco porque siempre escucho.

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