(Este artículo lo escribí hace tres años pero se quedó fuera de este blog por algún motivo que aún no descubro; sin embargo, a la luz de las elecciones en Cuba y las anunciadas en Venezuela, está tan actualizado como si lo hubiera escrito hoy, así que ahí les va)
En Cuba, para la gran mayoría, ha sido imposible elegir entre un auto japonés o uno europeo, ha sido imposible, durante más de medio siglo, elegir libremente el vestuario, la comida, la escuela a la que asistirán sus hijos, el credo en el que crecerán sus familias, la carrera, el empleo, la ciudad en la que habiten.
En Cuba, para la gran mayoría, ha sido imposible elegir entre un auto japonés o uno europeo, ha sido imposible, durante más de medio siglo, elegir libremente el vestuario, la comida, la escuela a la que asistirán sus hijos, el credo en el que crecerán sus familias, la carrera, el empleo, la ciudad en la que habiten.
Foto: Fuente externa |
La
lógica irracional de las «elecciones» en Cuba
Hace
más de medio siglo, cuando la Coca-Cola solo existía en el recuerdo de los
cubanos, se propagó el mito o leyenda según el cual, el entonces Comandante
Ernesto Guevara, alias el Che, había dicho que la Coca-Cola sabía a cucaracha.
A
pesar de que los cubanos habíamos probado la Coca-Cola muchos años antes de
aquellos dichos «antiimperialistas», muchos llegamos a convencernos de que aquellas
palabras eran ciertas, en definitiva, a veces la memoria falla, y, más aún, ya no
había manera de elegir entre Coca-Cola Ironbeer, Jupiña,
Materva, Pepsi-Cola o cualquier otra marca para hacerse una idea propia de
aquel asunto.
Han
pasado 56 años en los que varias generaciones han vivido sin la capacidad para elegir
un buen café, un buen tabaco… y ni hablar de una buena fabada. Durante más de
medio siglo, ha sido imposible para varias generaciones ir al mercado y elegir la
marca de su preferencia. Algo tan simple como elegir el queso crema Philadelphia
para los cascos de guayaba Conchita, ha sido extirpado de la mente de los
cubanos que viven en la isla.
En Cuba, para
la gran mayoría, ha sido imposible elegir entre un auto japonés o uno europeo, ha
sido imposible, durante más de medio siglo, elegir libremente el vestuario, la
comida, la escuela a la que asistirán sus hijos, el credo en el que crecerán sus
familias, la carrera, el empleo, la ciudad en la que habiten, el lugar al que viajen,
las palabras que digan, el periódico que lean, el canal de televisión que sintonicen,
la emisora radial que escuchen y el lugar en el que han de reposar sus restos
mortales y los de sus familias.
Para
millones de cubanos ha sido imposible, durante cincuenta y seis años, elegir
libremente cualquier cosa, eso desapareció de la ideología de la gran mayoría
de los cubanos que viven en la isla; sin embargo, este fin de semana, el
domingo 19 de abril -casualmente
una fecha de gran importancia para la llamada «revolución cubana»-, quienes
ejercen el poder en Cuba han echado a volar las campanas de unas «elecciones
democráticas».
Sin
dudas que este es un paso más en la ilusión que están vendido al mundo los
hijos de Birán, y por supuesto, esa ilusión la pueden hacer pasar como verdad porque,
entre otras cosas, la gran mayoría de los que han votado perciben que han
elegido, que pudieron optar por el candidato de su preferencia; sin embargo,
del mismo modo que no les ha sido posible elegir los productos que consumen,
tampoco les ha sido posible elegir las ideas políticas en las que creen, no les
ha sido posible elegir a los candidatos libremente, porque los candidatos, para
ser elegibles, deben ser «revolucionarios» y ser «revolucionario», en el
contexto de la llamada «revolución cubana», se define como el solidario del
partido único, del partido liderado por el mismo hombre y su hermano desde hace
más de medio siglo. Los candidatos deben coincidir en ideas o sentimientos con
los líderes de la «revolución».
Para
que los cubanos podamos elegir libremente, para que tengamos libertad para
obrar, debemos tener opciones distintas, y para eso, quienes ostentan el poder
deben descriminalizar la oposición y reconocerla como una fuerza esencial para
la construcción de la verdadera democracia. Mientras no exista la posibilidad de
que cada cual elija la opción que considere mejor entre propuestas distintas, mientras
los que disponen del poder en Cuba continúen en la «batalla de ideas» -si antes
no sucede lo inexorable-, los cubanos seguirán yendo a las urnas para comulgar, no para hacer una elección.
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Excelente Tony !!!!! genial !!!!
ResponderEliminarMariantonieta, y fíjate, ahora lo vuelvo a publicar, tres años después y el cuartico está igualito, o peor. Gracias por tu comentario.
Eliminartengo una intolerancia total a esto !!!! uhhhhhhhh qué triste que vivimos tantos años en esto
ResponderEliminarAsí es.
EliminarLA TRANSICION DE LA POBREZA A LA PROSPERIDAD ES EL NUMERO DE OPCIONES REALES INFORMADA POR EL CONOCIMIENTO.
ResponderEliminarSent from my iPad
Felipe, eso está demasiado profundo para mí, trae la idea un poco más a la superficie para que respire a ver si te entiendo. Gracias por tu comentario, te lo agradezco porque siempre escucho.
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