Por Roberto Sotolongo
Un simple ciudadano sensibilizado con su entorno tiene toda la fuerza moral y el derecho para denunciar el caos; sobremanera cuando dirigentes y funcionarios del Gobierno y del Partido viven ajenos a esta agresiva realidad.
Un
peligro se cierne sobre Cienfuegos, cual plaga maldita: la invasión masiva de
la mugre. Lo que antes eran escasos oasis de suciedad, hoy es un mar de pringue
que amenaza con ahogarnos en el hedor y liquidar el paradigma que siempre
fuimos en cuanto a limpieza.
Poco
a poco, ante la vista indiferente, ocupada o ensimismada de todos, la porquería
ha ido ganando terreno, indetenible: aguas albañales convertidas en patronas de
varias calles; basureros perpetuados en el tiempo; escombros que se sueldan
lentamente a las superficies sobre las que fueron echados; las heces de
animales y humanos visibles por doquier; los jardines de los parques (el de
Villuendas, por ejemplo), enyerbados, saturados de basura y sin la atención de
un vergelero; filtraciones, salideros de agua potable; insectos, roedores y
animales callejeros, felices por la libertad con que viven, etc., etc., etc.
Tres
ejemplos señalo que confirman la irrupción de la cochambre: el bulevar, con una
sed de agua que nadie aplaca; los portales que dan al Prado, menos maltratados,
pero igual de sucios (v. gr. el que está al pie de lo que fuera la sede de la Dirección
Municipal de la UJC); y el llamado Panteón de Gil, abandonado a su suerte,
asediado por enemigos tan vulnerables como desechos y hierbas, a 131 años de la
muerte del corajudo mambí.
No
hay que ser periodista, ni escritor, ni urbanista para observar y alertar sobre
la peste que se nos echa encima. Un simple ciudadano sensibilizado con su
entorno tiene toda la fuerza moral y el derecho para denunciar el caos;
sobremanera cuando dirigentes y funcionarios del Gobierno y del Partido viven
ajenos a esta agresiva realidad.
Y
no es Cienfuegos una excepción: Cuba entera es un descomunal muladar.
Alguien dijo alguna vez que Cienfuegos es una ciudad que encanta; sin embargo, si no se ataja la embestida de la inmundicia, habrá que decir que la nuestra es una ciudad que desencanta y espanta.
Otros Artículos de Roberto Sotolongo en este blog:
José
Martí: El asta contra el hacha.
La
reseña como parte de la crítica literaria.
Roberto Sotolongo (1956) |
Roberto
Sotolongo (Aguada de Pasajeros 1956) Es graduado en Filosofía por la
Universidad Lomonósov de Moscú. Narrador, poeta e investigador. Miembro de la
Sociedad Cultural «José Martí». En 1976 Obtuvo el Premio Nacional de Narrativa.
En 1987 obtuvo Primer Premio en el Concurso Provincial «Raúl Aparicio». Ha
publicado cuentos, poemas y artículos en Conceptos, Creación, Revista cultural
Ariel y en el Boletín Literario Mercedes Matamoros.
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