Por Roberto Sotolongo (**)
Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos.
Mucha desazón sembró en el alma de Martí aquel difícil encuentro: su vida continuó siendo un calvario, aun estando entre sus propios compañeros.
![]() |
La Junta de la Mejorana, óleo sobre tela de Juan Emilio Hernández |
Habían transcurrido veinte días, desde aquel 15 de abril en que Martí fue investido del grado de Mayor General del Ejército Libertador, cuando el 5 de mayo ocurre la controvertida entrevista de La Mejorana, protagonizada por él, Gómez y Maceo. Sobre el hecho existen diversas y controvertidas opiniones. Algunos historiadores edulcoran el encuentro, haciendo más énfasis en los resultados del mismo que en el proceso de las conversaciones; otros, mencionan como de pasada el suceso. Contribuyen a tales consideraciones la increíble ausencia de un documento que diera testimonio de lo acontecido, ni siquiera se redactó un acta que dejara constancia de la tan importante entrevista. Sólo contamos con los apuntes del día 5 hechos por Martí en el Diario.
Tres aspectos, como bien se sabe, se abordaron en la reunión: el momento oportuno de efectuar la invasión a occidente, la distribución de los mandos del ejército, y el tipo de gobierno que debía tener la Revolución y la manera de nombrar los delegados a la asamblea, encargados de elegir dicho gobierno. Justamente fue este último asunto el que desencadenó las asperezas y los disgustos entre aquellos hombres.
El Apóstol fue transparente en su concepción: un gobierno civil que representara dignamente al país y el Ejército con total libertad en sus movimientos y operaciones militares, sin que sufriera, como en la guerra del 68, interferencias de las estructuras civiles. Para Maceo esto era un disparate, ni siquiera creía oportuno crear un gobierno de esa naturaleza; abogaba por una Junta de Generales con mando pleno que dirigiera la contienda y una Secretaría General subordinada a esta.
Mientras Martí buscaba el equilibrio en la dirección de la Revolución, Maceo prefería el mando único, es decir los dos poderes, el civil y el militar, en una sola mano. ¿No era esta posición una clara evidencia del peligro que se corría -de acatarse la misma- de que en Cuba se enseñoreara de la guerra el caudillismo, que tanto daño hiciera en las repúblicas latinoamericanas, y provocara a la larga el surgimiento de una odiosa dictadura? Nadie lo duda, y el Apóstol estaba consciente de ese riesgo.
Al respecto no se ha agotado el tema de discusión, quien lo ha tratado con más lucidez es Rolando Rodríguez en su ineludible obra: Cuba. La forja de una nación.
Mucha desazón sembró en el alma de Martí aquel difícil encuentro: su vida continuó siendo un calvario, aun estando entre sus propios compañeros.
He sido somero en el comentario de este asunto, a pesar -y por ello mismo- de las tantas aristas que tiene. Prefiero, en cambio, que sean las palabras del propio Delegado las que nos trasmitan las impresiones que tuvo sobre aquella entrevista, según constan en sus anotaciones del 5 de mayo. Les advierto que no aparece en su Diario todo lo que escribió al respecto, por la sencilla razón de que, tras su muerte, alguien se hizo del mismo y le arrancó cuatro páginas, las correspondientes a las enumeradas 28, 29, 30 y 31, todas del día 6 de mayo. Misterio del que también escribiremos en otra ocasión.
5.__ Maceo nos había citado para Bocuey. De pronto unos jinetes. Maceo en un caballo dorado, en traje de holanda gris: ya tiene plata la silla, airosa y con estrellas. Maceo y Gómez hablan bajo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de gobierno; una junta de generales con mando, por sus representantes, -y una Secretaría general: -la patria, pues, y todos los oficios de ella..., como secretaría del ejército. Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación: Y me habla, cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo, y su representante. Lo veo herido- «lo quiero menos de lo que lo quería»... Insisto en deponerme ante los representantes que se reúnan a elegir gobierno.... él mandará los cuatro de Oriente: «dentro de 15 días estarán con ustedes… y serán gentes que no me las pueda enredar allá el doctor Martí». En la mesa opulenta y premiosa, de gallina y lechón, vuélvese al asunto: me hiere, y me repugna: comprendo que he de sacudir el cargo, con que se me intenta marcar, de defensor ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar. A caballo, adiós rápido. «Por ahí se van ustedes.». y seguimos... sin rumbo cierto. Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos»
En tres excelentes décimas encierra Ramón Guerra, como una ofrenda hacia el histórico 5 de mayo, parte de lo sucedido aquella tarde de entuertos:
47
En el ingenio es la cita.
Maceo, en corcel dorado
y de gris uniformado,
a la reunión nos invita.
Todo en derredor se agita
en curiosa animación.
Hay goce y admiración
en los criados y en todos.
Nos miran con buenos modos
Se cita a confrontación.
48
En la mesa me estremezco;
se me ha intentado tomar
como el que quiere abogar
de tutor ciudadanesco
de trabas, no pertenezco
a la casta leguleya.
Me repugna esta querella
pero sin enflaquecer
mi cargo he de deponer,
si en ello nada atropella.
49
Maceo y sus ayudantes
ya se aprestan a partir.
La tarde empieza a cernir
vapores turbios, flotantes.
De los bejucos colgantes
la quietud pende en racimos.
A los caballos subimos
sin rumbo fijo, azaroso.
Damos a un rancho fangoso
y apiñados nos dormimos.
(*) Los 12 artículos que conforman esta serie fueron publicados por su autor en su página de Facebook entre el 1 y el 19 de mayo de 2025, como un homenaje de recordación a la caída en combate de José Martí.
(*) Tomado de Facebook. Publicado el 5 de mayo a las 8:51 pm
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Están permitidos todos los argumentos, sobre todo los que están en contra de los expresados en este blog. No están permitidas las ofensas personales por innecesarias para defender una idea. Así que me tomaré el trabajo de censurarlas.