jueves, 13 de septiembre de 2018

CONVERTIR EL REVÉS EN VICTORIA Y TAMBIÉN VICEVERSA

Cómo podrán todos los artículos que escribimos hacerle comprender a las fuerzas vivas de América la necesidad de un pacto continental para impedir que sigan ostentando el poder grupos que miden sus victorias a través del fracaso del resto de la sociedad.

Cuando la permanencia en el poder es la victoria

La Habana. Paisaje urbano © ags 
Por lo general, los análisis sobre la realidad cubana de los últimos sesenta años tratan de responder a las preguntas ¿cómo elevar la productividad de las empresas del estado? ¿qué hacer para alcanzar un socialismo próspero y sostenible? ¿Cómo elevar los índices de Inversión Extranjera Directa? O muchísimas otras, pero a menudo, dejan de lado al menos una pregunta que en mi opinión es crucial: ¿cómo mide la «revolución cubana» los índices de sus victorias? 

Ahí es donde entiendo que se desenfoca el camino del entendimiento, se pixela la imagen al no poder desaprender todo lo que enseñan los estudios basados en las economías «normales» y querer ajustar la realidad cubana a lo aprendido, y a lo que pudiera ser efectivo en economías capitalistas, e incluso para otros sistemas en los que las acciones populistas-anticapitalistas pugnan aún con los «rezagos burgueses» y estos últimos no han sido devastados.

Lo primero que me da de frente es el concepto de «revolución cubana», ese es quizás el más notorio, porque sustituye de plano, con un eufemismo, el concepto «dictadura»; así, en esa estructura de pensamientos, entiendo que los anotados «triunfos de la revolución cubana» son en realidad los triunfos de la dictadura, sus hazañas económicas son las de una economía centralizada y no pueden ser cotejadas con los triunfos de una economía liberal en una democracia. 

Y para poner en perspectiva esta opinión, voy a tomar dos ejemplos que acabo de leer, tomados de sendos excelentes artículos de Elías Amor Bravo. Según el autor: 
El balance [en la liberalización de las fuerzas productivas en Cuba] ha sido un fracaso, en el que solo un 12% de la población laboral se desempeña en el sector privado, en tanto que el 88% restante sigue dependiendo del estado comunista[1].
En mi opinión, el hecho de que «el 88% de la población siga dependiendo del estado comunista», no es ni más ni menos que el éxito del estado comunista. El fracaso pertenece a quienes pensaron en algún momento que el PCC en realidad haría cambios, el fracaso pertenece a quienes pensaron que Cuba sería próspera -con una economía capitalista, comunista, socialista o utópica, pero como lo fue durante la primera mitad del siglo XX-, mientras estuvieran en el poder los mismos que la devastaron.

Y en el segundo artículo Amor Bravo escribe:
El fracaso del sistema educativo castrista es evidente con datos de resultado académico. El Cuadro 1 presenta la comparación entre los graduados del curso 2011-12 (539.139) y los del último disponible 2016-17 (394.885) según datos de la ONEI.[2]
Aquí, el triunfo del PCC consiste en no graduar gran cantidad de profesionales de alto nivel, quienes pudieran ir a engrosar las cifras de desempleados; y, eventualmente, convertirse en caldo de cultivo para conflictos sociales. No es para nada un fracaso del PCC que miles de profesionales cubanos anden vagando por el mundo, mucho mejor pagados, con muy altos niveles de vida, pero enajenados de su hábitat natural, donde debíamos estar dando la pelea para sacar del poder a esa dictadura. 

En Cuba, la economía y la sociedad no son descifrables bajo la lente de la economía y sociología capitalista, pero tampoco bajo la lente de la economía política marxista ni del materialismo histórico, por lo que el concepto «fracaso» o «triunfo» dependen únicamente de los intereses del PCC en el día a día. Con un gran asterisco aquí, porque aún, cuando ese día a día es voluble y se adapta de manera dialéctica a la realidad objetiva, se basa en un dogma inamovible, monolítico y refrendado en el artículo 5º de la constitución: 
El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista.
Este artículo es la versión elaborada y constitucionalizada del dogma fundacional que reza: «Dentro de la revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho»[3]. Es decir, el PCC decide, como «fuerza dirigente superior», qué es lo conveniente para la sociedad toda y por lo tanto decide cuáles son sus «victorias» y cuáles sus «reveces». Y han sido «los líderes de la Revolución, en particular Fidel, quienes han explicado al pueblo las dificultades y las soluciones para superarlas»[4]

Entonces, lo que un estudio -sea con enfoque liberal o marxista, da igual-, pudiera considerar como un «revés», probablemente sea una «victoria» para la dictadura - ¿y qué cubano, mayor de 60 o menor con muchas lecturas, no recuerda aquello de convertir el revés en victoria?[5] -. En Cuba, lo que es bueno para los intereses del PCC, que es decir su caudillo, es la «victoria». 

Por lo general, esos que nos parecen fracasos son ni más ni menos que las fortalezas de la dictadura, el hecho de ponernos a hablar en su idioma, utilizando su neolengua, ya nos desenfoca el objeto de estudio. Por ejemplo, los conceptos «asalto al cuartel Moncada», y «triunfo de la revolución cubana» que forman parte de una falacia, son conceptos que nos enajenan de la realidad y que actúan directamente sobre nuestro pensamiento y condicionan nuestras síntesis y por supuesto nuestras conclusiones. 

No cuestiono ni de casualidad la validez de todos esos análisis sobre la realidad cubana, pero lo que se me desdibuja en algunos es el objetivo. En mi opinión no deberían intentar siquiera aconsejar o asesorar a quienes ostentan el poder en Cuba, porque ellos lo tienen todo muy claro. Desde hace muchísimos años, hay una corriente de pensamiento en el exilio cubano, sobre todo en las academias, que apuesta por la posibilidad de compartir el poder con la dictadura; y, estando dentro destruirla o al menos hacerlos volver al redil. Esta es otra falacia. 

Lo que está por descifrarse aún, es el modo en el que las conclusiones de todos estos estudios nos pueden ayudar a sacar del poder a quienes con sus «victorias» han empobrecido a la gran mayoría de los cubanos; lo que está por descifrarse es, cómo todos los artículos que escribimos podrán hacerle comprender a las fuerzas vivas de América la necesidad de un pacto continental para impedir que sigan ostentando el poder grupos que miden sus victorias a través del fracaso del resto de la sociedad; lo que está por determinarse es, cómo podremos convencer a Nuestra América, que es nuestro hábitat originario y la región más perjudicada por nuestros fracasos, que debe poner sus barbas en remojo cuando las nuestras están ardiendo desde hace seis décadas; lo que está por determinarse es, cómo podremos, con nuestras palabras, propiciar las acciones que saquen del poder a quienes gobiernan para una parte de las sociedades.

Yo, por mi parte, trataré de alertar siempre a quien le pueda interesar, que las calamidades económicas y sociales no son errores en los regímenes inspirados en el marxismo, sino su esencia, y que sus acciones, que a la luz de cualquier entendedera conducen al cataclismo, no son fracasos sino victorias porque esa es la esencia del sistema socialista: igualar a todos en la pobreza, aunque unos sean más iguales que otros.

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[3] (Palabras a los intelectuales) Discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruz, primer ministro del gobierno revolucionario y secretario del PURSC, como conclusión de las reuniones con los intelectuales cubanos, efectuadas en la biblioteca nacional el 16, 23 y 30 de junio de 1961. [En línea] [Fecha de consulta 9 de septiembre de 2018] Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961/esp/f300661e.html
[4] San Miguel Aguirar, Mayra, «La Revolución cubana, concreción de un proyecto humanista», en Historia de Cuba, ed. por José Abreu Cardet (Santo Domingo: Archivo General de la Nación Vol. CLXXXVI, 2013), 349. 
[5] Cfr.: Discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruz, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto de recibimiento a los once pescadores secuestrados, efectuado frente al edificio de la ex embajada de los estados unidos de Norteamérica en cuba, el 19 de mayo de 1970. [En línea], [Fecha de consulta 9 de septiembre de 2018] Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1970/esp/f190570e.html

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