(Este artículo lo publiqué hace muchos años y se salió de este blog por alguna razón que nunca pude conocer; sin embargo, como esta sociedad aún está muy lejos de ser una meritocracia, su contenido está tan vigente como en su día de publicación, así que ahí se los dejo)
Mientras existan empresarios que prefieran a un pariente incapaz en un puesto de gran demanda profesional, y funcionarios públicos que promuevan a incapaces acólitos de nada valdrá la inversión en la educación.
No es que quiera privar en rosca izquierda, pero los problemas de nuestra sociedad no se resuelven SOLAMENTE con dedicar el 4 % del Producto Interno Bruto a la educación. El problema es más complicado que eso.
Mientras existan empresarios que prefieran a un pariente incapaz en un puesto de gran demanda profesional, y funcionarios públicos que promuevan a incapaces acólitos de nada valdrá la inversión en la educación.
No es que quiera privar en rosca izquierda, pero los problemas de nuestra sociedad no se resuelven SOLAMENTE con dedicar el 4 % del Producto Interno Bruto a la educación. El problema es más complicado que eso.
Si
se produjera el milagro de que mañana amaneciéramos con la Ley aprobada,
firmada y puesta en vigor, ese manantial de dinero no sería la solución del
problema, porque peor que la ineficiencia en la educación es el clientelismo
político en los predios oficiales y el amiguismo, por decirlo de algún modo, en
el sector privado.
Con
más dinero dedicado a la educación se conseguirían, después de un largo período
de formación, una mano de obra más calificada y profesionales más capaces; sin
embargo, mientras el currículo siga tan subvaluado como en nuestros días, nada
cambiará.
Hoy
no es el más calificado quien accede a un empleo, sino aquel que esté más cerca
de la casta o el partido de quien oferta el empleo, hoy no está en las mentes
de los estudiantes ser los más diestros en sus competencias, sino tener más
“enllaves”, conocer más amigos con acceso a las fuentes de empleo, tener amigos
empleadores, que es como tener un central azucarero.
Si
no se empuja simultáneamente por todos los flancos, la sociedad dominicana
difícilmente saldrá del estancamiento educacional en el que se encuentra,
difícilmente, siendo una economía de servicios, pueda competir con los vecinos
del área.
La
campaña sin dudas ha sido una de las mejores en materia de publicidad e
impacto, pero habría que ver los resultados a mediano y largo plazo, porque por
otra parte, y no menos importante aún, mientras aprender no se convierta en una
necesidad para los ciudadanos nada cambiará, mientras los estudiantes persigan
solamente un documento que los acredite y no los conocimientos, nada cambiará,
y para que el conocimiento sea una necesidad para la sobrevivencia y una carta
de garantía de que el saber y no la suerte o los “enllaves” son los que valen,
la sociedad en su conjunto y simultáneamente tiene que poner por encima de todo
el valor académico y la capacidad profesional de quienes acceden a los mejores
empleos, a las mejores calidades de vida.
Mientras
existan empresarios que prefieran a un pariente incapaz en un puesto de gran
demanda profesional, y funcionarios públicos que promuevan a incapaces acólitos, de nada valdrá la inversión en la educación. Por eso digo que no es privar en
rosca izquierda, sino llamar la atención de que el daño es tan complejo y
antiguo que si no se le ataca con los remedios adecuados por todos los flancos,
esta campaña para compulsar al gobierno a dedicar el 4 % del Producto Interno
Bruto a la educación no pasará de ser una más de las cruzadas con buenas
intenciones y pocos resultados. Mientras se permita poner dos tornillos donde
el fabricante recomienda cuatro, la batalla estará perdida, la rosca estará en
su sitio, pero vacía.
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