Cartas a un colega
Con el tiempo, en algunos lugares, las orquestas sinfónicas se han convertido en parte de la sociedad, en un tema que suena en la intelligentsia de esas sociedades, donde el músico es reconocido como lo que es: un fabricante de ilusiones y de estados de ánimo placenteros.
La gruta de Fingal es una cueva marina de Escocia situada en el islote de Staffa, en el archipiélago de las Hébridas. Foto: Fuente externa |
Estimado
colega, a esto me refería cuando te decía que la obertura Las Hébridas es una obra que debería «obrar» en el repertorio de
campaña de cualquier orquesta que vele por su «salud digital» y todas sus
consecuencias, o al menos formar parte de su bibliografía pasiva.
Vamos por
partes: el tempo, según dice la
partitura es un Allegro
moderato, y no hay ninguna variación hasta el compás 217 donde aparece un Animato, pues bien, como te dije, es el
mismo de principio a fin, por lo que desde ese punto no tiene el más mínimo
problema técnico, tú o yo podemos dirigir esa obra. ¡Ah!, pero eso no es todo,
para llegar a esa conclusión, para llegar a esa solución tan simple, para
llegar ahí hay que comprender; primero, cómo consigue el compositor, entonces, las
tensiones y distenciones naturales que debe tener toda historia para que, de
principio a fin, capte la atención del público.
Pues
bien, en esta obra, Mendelssohn, quien, hasta aquí, según sus catalogadores
había escrito solamente 24 obras, lo resuelve con la simplicidad de los genios,
agrega más notas por compás al tema, sí, tan simple como eso. Ahora, ¿por qué
lo hace? ¿por qué ese es el recurso que utiliza Félix para establecer el ritmo
interno de la obra?
Según la
partitura, la obertura fue compuesta en 1830, tres años después de la muerte de
Beethoven, dos años antes de la muerte de Goethe y cuando Mendelssohn tenía 21
años, era la Europa de las primeras décadas del siglo XIX, iba naciendo lo que
después conocimos como Romanticismo. Goethe había nacido en 1749, había escrito
Los sufrimientos de Joven Werther en
1774, en mi opinión, la obra que hizo explosión en las mentes de los milenians
del siglo XIX y que finalmente, en 1789, comenzaría, implosionando también en las
acciones de toda Europa, a hacer volar en pedazos, junto con la Bastilla,
el sistema feudal y a dar paso al capitalismo… claro, pero esto, dicho así a
tan largos trancos puede parecer una digresión o un disparate -Ojo, Goethe no
fue el autor intelectual de la toma de la Bastilla-, pero lo hago para
exponerte el camino por el cual trato de entrar en la mente, en el intelecto y
en la estética de Félix, de entender el contexto en el que se movía entonces
Mendelssohn cuando compuso Las Hébridas.
Es mi modo de entender sus hábitos de escucha y cómo debo disfrutar la obra, cómo
enfrentarla y sacarle partido emocional, pero como somos de profesión músicos,
también arrancarle a la obra sus aportes técnicos.
Sí, es
una hipótesis algo macarrónica… ¿y si no? Pero, para lo que quiero demostrar es
suficiente. Para él, para el joven Félix, quien aún no era protestante, ¿o
sí?... ahí habría otra línea de investigación, porque como sabes su familia era
de origen judía y se volvió al protestantismo… pero esa es otra harina… aunque,
eso sí, antes o después de Las Hébridas,
la música que pasó por sus oídos tuvo fuentes muy diversas… Como te decía, la
cuerda sonaba más bien soplada, aún los grandes teatros no eran un espacio a
llenar con la música, aún Berlioz no se había obsesionado con las grandes masas
sonoras aunque ese mismo año estrenó su Sinfonía
Fantástica, así que en el oído de Félix cabían menos, muchísimos menos
decibeles que en los oídos de los románticos posteriores, donde la cuerda
comenzó a ser; primero, lamida y, después, mordida, como lo quiso Chaikovski en
algunos pasajes de sus sinfonías, pero aún faltaban diez años para que naciera
el genio ruso y morder la cuerda no era parte de la estética.
Ahora,
las semicorcheas en la cuerda, que son en mi opinión las que ejercen la tensión
de la obra ¿para qué más nos pueden servir? Pues te digo, si hablamos de
técnica monda y lironda, estas figuras, tocadas por toda la cuerda durante
pasajes largos, tocables y muy agradables al oído son la perfecta medicina para
ensamblar la orquesta. ¿Cómo? Pues primero lo primero, cada músico debe
desentrañar su parte y poner en dedos estos magníficos pasajes que, como
verdaderos estudios para violín, viola, violonchelo y contrabajo, Félix
escribió para La Gruta de Fíngal.
¿Y cómo
así? Pues como todo instrumentista debe hacerlo, como se hace desde tiempos
inmemoriales: abordando la obra nota por nota y dedo por dedo. Aquí te
recomiendo ver el filme El Violín Rojo,
y si ya lo viste vuelve a verlo. La película, además de una deliciosa historia,
finamente construida, con un cuido especial por toda la estética
cinematográfica, es una verdadera clase magistral de ciencias de la música.
Fíjate en la escena en la que
el maestro le enseña al estudiante como usar el metrónomo para alcanzar la
habilidad de tocar a la velocidad de la luz… en el caso que nos ocupa, a tocar
todas las semicorcheas en tempo,
afinadas y todos juntos… ¡Ah! Aquí debería hablarte del tono, pero ya será en
otro momento… ¿o no?
Bueno, va
a ser una digresión a quemarropa, pero ahí te va: El tono es eso que puede parecerle al público un misterio
indescifrable, pero que es simplemente el resultado de una serie de acciones coordinadas
que ejerce con ambas manos el instrumentista sobre su instrumento, la izquierda
pisando firme con los dedos la cuerda contra el diapasón, como una cejilla
mecánica, y la derecha frotando el arco contra la cuerda firmemente de manera tan
perpendicular como sea posible, propiciando la vibración de la cuerda. Eso, la justa
afinación, el vibrato controlado y la eliminación de todo ruido constituyen el tono, que es quizás, un peldaño más alto
que el sonido, la afinación o el toque por separados, es todo eso y mucho más. El
tono es el resultado, en última
instancia, de la cultura del instrumentista…
Como te
decía, en todo esto debe enfocarse una orquesta cuando ve en sus atriles las partichelas de La Gruta de Fíngal. Claro, y aquí hay
especificaciones también. Si la orquesta está en dedos, si la orquesta está
«hecha» y por sus atriles han pasado muchas sinfonías de Mozart… y ojo, más
adelante te comentaré por qué esta obra es superior a casi todas las de Mozart
para la salud digital de una orquesta y a qué me refiero con «hacer» la
orquesta … Como te decía, si la orquesta está hecha, si viene de tocar muchos
pasajes escabrosos y los ha estudiado como en la escena de El Violín Rojo, pues al director no le queda más que hacer su
versión de la música, pero si la orquesta no está hecha, es decir, no suena
ensamblada y la afinación, a consecuencia de la inseguridad digital, está
afectada, pues le toca al incumbente hacer lo que nunca se hizo: el papel del
metrónomo. Muy probablemente, a estas alturas, un director sensato optará por
tocar a como dé lugar, pero un director sabio optará por hacer de metrónomo y ajustar
el tempo a las posibilidades del
conglomerado y como último recurso cambiar la obra, como han hecho muchos
directores en semejante encrucijada.
¿Y a qué
me refiero con «hacer» la orquesta? Aunque algo te he dicho en los párrafos
anteriores y aunque creo que alguna vez hablamos del asunto, creo que este es
un motivo que da para muchas sinfonías. Con el tiempo, en algunos lugares, las
orquestas sinfónicas se han convertido en parte de la sociedad, en un tema que suena
en la intelligentsia de esas sociedades,
donde el músico es reconocido como lo que es: un fabricante de ilusiones y de estados
de ánimo placenteros. Pero también hay orquestas, que alcanzado esto y por su
alto grado de especialización, por estar hechas con meticulosidad y memoria histórica,
han alcanzado una personalidad capaz de elegir cómo desean sonar y a quién
desean ver en el podio… pero este no es el caso, aquí, en Nuestra América, son
pocos los casos como ese, así que de este lado del mundo, «hacer la orquesta»,
en mi opinión, es trabajar un repertorio coherente desde el punto de vista técnico
y artístico, como hace un estudiante en una academia, con método y metodología
y con el objetivo de alcanzar cada vez mayores niveles artísticos… y aquí
vuelvo a la salud digital… porque para eso, para alcanzar el arte musical en
una orquesta sinfónica, es indispensable la salud de la cuerda… y eso se
obtiene pasando por los dedos de los instrumentistas muchas obras que
establezcan un sello de solvencia técnica. Es esa la única ruta por la que se
llega a altos niveles en la escala de valores estéticos.
Creo que
hasta aquí pudiera quedarte claro lo que entiendo por «hacer la orquesta», me
falta ahora el asunto «Mozart». Mira, aún en el siglo XVIII el contrabajo no
era un instrumento respetado, aún estaba «en construcción», las técnicas de
interpretación se estaban explorando, las cuerdas eran de tripas, muy largas,
poco duraderas, etc., y, sobre todo, los contrabajos servían solamente para
doblar a los violonchelos, era el contra bajo de la orquestación, eso, a pesar
de que ya Haydn le hubiera dado un solo de 16 compases al
contrabajo en su Sinfonía No. 31, pero eso no significó que se escribieran
pasajes contrabajísticos.
Mira si
no la Sinfonía No. 35,
donde lo escabroso de los pasajes no se recompensa con la belleza sonora, aporta
al malabarismo, pero no al arte y a la técnica, algo que no sucede con Félix,
todos los pasajes de La Gruta de Fíngal
devuelven en oro las horas de trabajo, todos son absolutamente contrabajísticos,
todas sus notas se pueden tocar, incluso a velocidades supersónicas, pero ya,
si el director viola el tempo destroza la belleza de la obra. En fin querido amigo, ahí te dejo un enlace para que
disfrutes de una versión de La Gruta de Fíngal que me parece justa, bella, sensata y emocionante, interpretada
por una directora que no conozco personalmente, pero con la que me gustaría
poder trabajar algún día, me refiero a Patricia
Pouchulo.
En
conclusión, para hacer la orquesta es indispensable cuidarle la salud digital,
y, claro, para estos menesteres, La Gruta
de Fíngal es una magnífica medicina… pero como toda cura, es menester aplicarla
en las dosis que recomienda el médico, de lo contrario pudiera ser venenosa. Así
que, como dice el prospecto, manténgase alejado del alcance de los niños.
Un abrazo
y seguimos en contacto.
muy interesante articulo. gracias Tony.
ResponderEliminarGracias a ti.
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