jueves, 27 de septiembre de 2018

LA SISTEMATIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN MUSICAL, UNA CIMA POR ALCANZAR


Entrevista exclusiva con el maestro Efraín Lara Figueroa, director del Centro Académico de Formación Musical Roraima (CAFMR)

Crónicas dominicanas

Tenemos la idea de implementar un modelo de nuestro «Sistema» venezolano, que tiene entre uno de sus objetivos la producción de músicos en masa. Y, cuando decimos «sistematización», nos referimos a un modelo que sirva a las generaciones futuras

Efraín Lara, director del CAFMR, violinista y profesor de violín.
Foto: Fuente externa
Creo que la primera vez que vi al maestro Efraín Lara fue en un ensayo, después supe que era venezolano y luego me enteré de que dirigía una academia de música aquí en Santo Domingo. Han pasado al menos un par de años y seguimos coincidiendo en ensayos y conciertos, por eso, sobre todo por su permanencia en el país y dedicarse a dirigir e impartir clases en una academia de música junto a un grupo de profesores venezolanos, la curiosidad me empujó a guglearlo, así que encontré algunos datos que comparto a continuación:

El maestro Efraín Lara estudió en el Conservatorio Superior de Música «Simón Bolívar», de Caracas, y en el Conservatorio «Héctor Berlioz», de París; se ha presentado como solista en Venezuela, Panamá, Argentina, Ecuador y en la República Dominicana; participó como profesor de violín en la preparación del concierto de la Orquesta Sinfónica CAF de Jóvenes Latinoamericanos que dirigió Gustavo Dudamel en el Teatro Teresa Carreño, de Caracas; y se ha desempeñado como concertino en varias orquestas de América.    

Pero lo primero que me llamó la atención en mi búsqueda, fue la excelente página que la Academia tiene en la Internet, apoyada además en las redes sociales con perfiles en  Facebook e Instagram. Pero, sobre todo, lo que más me ha hecho pensar es lo que se plantea el CAFMR como misión: Sistematizar la educación musical.

La Historia de la música profesional en la República Dominicana tiene muchísimos ejemplos de maestros que intentaron aplicar un método y una metodología de probados resultados académicos; sin embargo, los finales no siempre han sido felices. Para saber cómo lo hacen en el CAFMR le hice las siguientes preguntas al maestro Efraín Lara.

P: Maestro, ante todo, ¿por qué el nombre de Roraima para su Centro Académico?

R: Al sur de Venezuela y norte de Brasil, hay una serie de formaciones geológicas que se conocen como tepuy. Y el Roraima es uno de estos tepuyes que hace frontera con Brasil… hay otro tepuy muy famoso, el Auyan, donde está el Salto Ángel, que es la cascada más alta del mundo… estas son formaciones que tienen millones de años. El tepuy es una gran meseta, una roca inmensa, maciza.

Monte Roraima. Foto: Fuente externa

P: ¿Y cómo se relaciona el tepuy Roraima con el Centro Académico de Formación Musical que usted dirige?

R: El grupo Roraima es bastante amplio, lo conforman Producciones y Eventos Roraima, Teatro Roraima ubicado en el Centro Comercial Sambil (estos dos gerenciados por Javier Abi Harb), el Centro Académico de Formación Musical Roraima (gerenciado por Javier Abi Harb y mi persona), el Quinteto de Cuerdas Roraima y próximamente la Roraima Symphony Orchestra. Nuestra meta es ser tan amplios, extensos y grandes como este imponente tepuy.

P: Maestro Lara, defíname en qué consiste la sistematización de la educación musical y cómo lo consiguen.

R: Tenemos la idea de implementar un modelo de nuestro «Sistem venezolano, que tiene entre uno de sus objetivos la producción de músicos en masa. Y, cuando decimos «sistematización», nos referimos a un modelo que sirva a las generaciones futuras. 

P: Puntualizando, entonces ¿en qué consiste el método y la metodología que utilizan?

R: El método que nos ha sido exitoso por más de 40 años consiste en que los alumnos que adquieren ya un cierto nivel pasan de una vez a enseñar a los que se están iniciando y de esta manera el crecimiento es exponencial.

P: ¿Y en qué consiste la metodología?

R: Esto nos ha sido mucho más complicado, por la variedad de niveles. Y que también en muchos casos los alumnos lo toman como un pasatiempo y no se aplican a cumplir con los tiempos que exigen los métodos. Para algunos no es un estudio serio, por lo que la metodología no la hemos podido aplicar al cien por ciento, que consiste en seguir estrictamente lo que nos dicta el programa del Conservatorio Superior de Música Simón Bolívar de Venezuela.

P: No sé si le ha tocado lidiar con algunos padres que no comprenden bien la necesidad de la puntualidad y la asistencia para que sus hijos reciban una educación musical sistemática y por cualquier motivo los niños dejan de asistir a clases, llegan tarde o desertan. ¿Cómo lidia el Centro Académico con esta situación o es que por suerte no la padecen?

R: Lo estamos padeciendo un poco ahora. En junio terminamos con un buen número de estudiantes, hicimos un minicampamento, pero en estos momentos, cuando toca que se reinscriban para continuar lo que comenzaron el curso pasado, efectivamente, hemos podido constatar cierta deserción. Hemos llamado a algunos, sobre todo a los de iniciación musical, pero los padres nos dicen que sus hijos están ahora en otras actividades o que les han cambiado los horarios del colegio y no pueden continuar con sus estudios de música. Afortunadamente hemos contado poco a poco con nuevas inscripciones. 

P: ¿Cuántos profesores venezolanos están impartiendo clases en el Centro Académico?

R: Actualmente somos 16 profesores venezolanos y dos dominicanos.

P: ¿Y todos son graduados del Conservatorio Superior «Simón Bolívar»?

R: Tenemos dos graduados a nivel técnico del Conservatorio y dos de la Universidad Nacional de las Artes. No todos tienen el mismo título porque hay otros profesores muy jóvenes que incluso siguen estudiando aquí en el Conservatorio Nacional de Música. En total somos tres Licenciados en Música, un grupo mayor que son graduados de Nivel Medio y otros jóvenes que aún continúan estudiando.

P: En otro orden de cosas, ¿conoce usted cuántos músicos académicos venezolanos capacitados para tocar música sinfónica y de cámara residen actualmente en Santo Domingo?

R: Precisamente hice un conteo hace poco y somos unos treinta y dos músicos de formación académica que estamos actualmente residiendo en Santo Domingo, por supuesto, la mayoría somos instrumentistas de cuerda: violines, violas, violonchelos y contrabajos.

P: Pocas veces en la historia de la música dominicana, coincidieron en esta ciudad tantos músicos académicamente solventes, sobre todo instrumentistas de cuerdas, siempre los más difíciles de conseguir para las orquestas sinfónicas. ¿Han sido invitados a completar de manera regular y permanente la plantilla de la Orquesta Sinfónica Nacional de la República Dominicana?

R: Solamente cinco de nosotros hemos sido contratados para algunos conciertos, pero no para integrar oficialmente la plantilla de la Orquesta.

P: ¿Tiene algún proyecto para el futuro inmediato, además del CAFMR?

R: Precisamente, al habernos encontrado tal número de músicos venezolanos aquí en Santo Domingo conformamos en diciembre pasado una orquesta de cuerdas con los mismos profesores del Centro más otros integrantes de otras instituciones, y ahora estamos enfrascados en continuar el proyecto de formación de una pequeña orquesta sinfónica, la Roraima Symphony Orchestra, con el ánimo de brindar al público otra opción musical. 

P: ¿Y cómo se ganan la vida esos treinta y dos músicos?

R: Muchos imparten clases en otras academias y eventualmente tocan con otras agrupaciones, bien sea de corte popular o clásico.

AGS: Muchas gracias maestro Lara por acceder a esta entrevista exclusiva para El Tren de Yaguaramas y le deseo mucho éxito en sus proyectos, los que sin dudas contribuirán a mejorar la salud de la música en la República Dominicana.

EL: Gracias a usted.


El documental Tocar y luchar, dirigido por Alberto Arvelo, expone en detalles la valiosa labor del Sistema. 




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jueves, 13 de septiembre de 2018

CONVERTIR EL REVÉS EN VICTORIA Y TAMBIÉN VICEVERSA

Cómo podrán todos los artículos que escribimos hacerle comprender a las fuerzas vivas de América la necesidad de un pacto continental para impedir que sigan ostentando el poder grupos que miden sus victorias a través del fracaso del resto de la sociedad.

Cuando la permanencia en el poder es la victoria

La Habana. Paisaje urbano © ags 
Por lo general, los análisis sobre la realidad cubana de los últimos sesenta años tratan de responder a las preguntas ¿cómo elevar la productividad de las empresas del estado? ¿qué hacer para alcanzar un socialismo próspero y sostenible? ¿Cómo elevar los índices de Inversión Extranjera Directa? O muchísimas otras, pero a menudo, dejan de lado al menos una pregunta que en mi opinión es crucial: ¿cómo mide la «revolución cubana» los índices de sus victorias? 

Ahí es donde entiendo que se desenfoca el camino del entendimiento, se pixela la imagen al no poder desaprender todo lo que enseñan los estudios basados en las economías «normales» y querer ajustar la realidad cubana a lo aprendido, y a lo que pudiera ser efectivo en economías capitalistas, e incluso para otros sistemas en los que las acciones populistas-anticapitalistas pugnan aún con los «rezagos burgueses» y estos últimos no han sido devastados.

Lo primero que me da de frente es el concepto de «revolución cubana», ese es quizás el más notorio, porque sustituye de plano, con un eufemismo, el concepto «dictadura»; así, en esa estructura de pensamientos, entiendo que los anotados «triunfos de la revolución cubana» son en realidad los triunfos de la dictadura, sus hazañas económicas son las de una economía centralizada y no pueden ser cotejadas con los triunfos de una economía liberal en una democracia. 

Y para poner en perspectiva esta opinión, voy a tomar dos ejemplos que acabo de leer, tomados de sendos excelentes artículos de Elías Amor Bravo. Según el autor: 
El balance [en la liberalización de las fuerzas productivas en Cuba] ha sido un fracaso, en el que solo un 12% de la población laboral se desempeña en el sector privado, en tanto que el 88% restante sigue dependiendo del estado comunista[1].
En mi opinión, el hecho de que «el 88% de la población siga dependiendo del estado comunista», no es ni más ni menos que el éxito del estado comunista. El fracaso pertenece a quienes pensaron en algún momento que el PCC en realidad haría cambios, el fracaso pertenece a quienes pensaron que Cuba sería próspera -con una economía capitalista, comunista, socialista o utópica, pero como lo fue durante la primera mitad del siglo XX-, mientras estuvieran en el poder los mismos que la devastaron.

Y en el segundo artículo Amor Bravo escribe:
El fracaso del sistema educativo castrista es evidente con datos de resultado académico. El Cuadro 1 presenta la comparación entre los graduados del curso 2011-12 (539.139) y los del último disponible 2016-17 (394.885) según datos de la ONEI.[2]
Aquí, el triunfo del PCC consiste en no graduar gran cantidad de profesionales de alto nivel, quienes pudieran ir a engrosar las cifras de desempleados; y, eventualmente, convertirse en caldo de cultivo para conflictos sociales. No es para nada un fracaso del PCC que miles de profesionales cubanos anden vagando por el mundo, mucho mejor pagados, con muy altos niveles de vida, pero enajenados de su hábitat natural, donde debíamos estar dando la pelea para sacar del poder a esa dictadura. 

En Cuba, la economía y la sociedad no son descifrables bajo la lente de la economía y sociología capitalista, pero tampoco bajo la lente de la economía política marxista ni del materialismo histórico, por lo que el concepto «fracaso» o «triunfo» dependen únicamente de los intereses del PCC en el día a día. Con un gran asterisco aquí, porque aún, cuando ese día a día es voluble y se adapta de manera dialéctica a la realidad objetiva, se basa en un dogma inamovible, monolítico y refrendado en el artículo 5º de la constitución: 
El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista.
Este artículo es la versión elaborada y constitucionalizada del dogma fundacional que reza: «Dentro de la revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho»[3]. Es decir, el PCC decide, como «fuerza dirigente superior», qué es lo conveniente para la sociedad toda y por lo tanto decide cuáles son sus «victorias» y cuáles sus «reveces». Y han sido «los líderes de la Revolución, en particular Fidel, quienes han explicado al pueblo las dificultades y las soluciones para superarlas»[4]

Entonces, lo que un estudio -sea con enfoque liberal o marxista, da igual-, pudiera considerar como un «revés», probablemente sea una «victoria» para la dictadura - ¿y qué cubano, mayor de 60 o menor con muchas lecturas, no recuerda aquello de convertir el revés en victoria?[5] -. En Cuba, lo que es bueno para los intereses del PCC, que es decir su caudillo, es la «victoria». 

Por lo general, esos que nos parecen fracasos son ni más ni menos que las fortalezas de la dictadura, el hecho de ponernos a hablar en su idioma, utilizando su neolengua, ya nos desenfoca el objeto de estudio. Por ejemplo, los conceptos «asalto al cuartel Moncada», y «triunfo de la revolución cubana» que forman parte de una falacia, son conceptos que nos enajenan de la realidad y que actúan directamente sobre nuestro pensamiento y condicionan nuestras síntesis y por supuesto nuestras conclusiones. 

No cuestiono ni de casualidad la validez de todos esos análisis sobre la realidad cubana, pero lo que se me desdibuja en algunos es el objetivo. En mi opinión no deberían intentar siquiera aconsejar o asesorar a quienes ostentan el poder en Cuba, porque ellos lo tienen todo muy claro. Desde hace muchísimos años, hay una corriente de pensamiento en el exilio cubano, sobre todo en las academias, que apuesta por la posibilidad de compartir el poder con la dictadura; y, estando dentro destruirla o al menos hacerlos volver al redil. Esta es otra falacia. 

Lo que está por descifrarse aún, es el modo en el que las conclusiones de todos estos estudios nos pueden ayudar a sacar del poder a quienes con sus «victorias» han empobrecido a la gran mayoría de los cubanos; lo que está por descifrarse es, cómo todos los artículos que escribimos podrán hacerle comprender a las fuerzas vivas de América la necesidad de un pacto continental para impedir que sigan ostentando el poder grupos que miden sus victorias a través del fracaso del resto de la sociedad; lo que está por determinarse es, cómo podremos convencer a Nuestra América, que es nuestro hábitat originario y la región más perjudicada por nuestros fracasos, que debe poner sus barbas en remojo cuando las nuestras están ardiendo desde hace seis décadas; lo que está por determinarse es, cómo podremos, con nuestras palabras, propiciar las acciones que saquen del poder a quienes gobiernan para una parte de las sociedades.

Yo, por mi parte, trataré de alertar siempre a quien le pueda interesar, que las calamidades económicas y sociales no son errores en los regímenes inspirados en el marxismo, sino su esencia, y que sus acciones, que a la luz de cualquier entendedera conducen al cataclismo, no son fracasos sino victorias porque esa es la esencia del sistema socialista: igualar a todos en la pobreza, aunque unos sean más iguales que otros.

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El revés en victoria o virar la tortilla

[3] (Palabras a los intelectuales) Discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruz, primer ministro del gobierno revolucionario y secretario del PURSC, como conclusión de las reuniones con los intelectuales cubanos, efectuadas en la biblioteca nacional el 16, 23 y 30 de junio de 1961. [En línea] [Fecha de consulta 9 de septiembre de 2018] Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961/esp/f300661e.html
[4] San Miguel Aguirar, Mayra, «La Revolución cubana, concreción de un proyecto humanista», en Historia de Cuba, ed. por José Abreu Cardet (Santo Domingo: Archivo General de la Nación Vol. CLXXXVI, 2013), 349. 
[5] Cfr.: Discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruz, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto de recibimiento a los once pescadores secuestrados, efectuado frente al edificio de la ex embajada de los estados unidos de Norteamérica en cuba, el 19 de mayo de 1970. [En línea], [Fecha de consulta 9 de septiembre de 2018] Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1970/esp/f190570e.html

lunes, 10 de septiembre de 2018

«EL RUIDO DE LA FUENTE NO NOS DEJA TRABAJAR»

(Este artículo lo publiqué hace mucho tiempo ya, pero se quedó fuera de este blog por algo que no pude descubrir, así que como forma parte del diario vivir, ahí se los dejo otra vez)

Tristemente, quien diseña una fuente, imparte una clase o atiende a un paciente es quien sabe crear los vínculos más fuertes con el empleador, quien sea mejor amigo o batalle más en las campañas.

Estoy seguro que desde la antigua Roma hasta nuestros días nunca nadie tuvo que detener su trabajo por el ruido de una fuente, nadie tuvo que decir o escribir frases como: «el ruido de la fuente no nos deja trabajar«.

©ags
Estos artilugios fueron creados para servir de remansos de paz, de aguadas para viandantes acalorados y más recientemente para celebraciones multitudinarias. Pero jamás se escuchó el tronar del agua de una fuente. La paz que de ellas emana provocó siempre la inspiración de los poetas.

Pero eso fue hasta que remodelaron el Palacio de Bellas Artes de Santo Domingo, hasta que al otrora estanque apacible con chorros discretos se le adicionaron tecnologías de luces y chorros de agua de alta presión que toman alturas irreverentes, masas de agua que al caer producen sonidos ensordecedores, imposibles de sobrepasar, imposibles de contrastar con las voces del Coro, los tambores folclóricos, los instrumentos de la Sinfónica o las voces humanas que dialogan.

©ags
La fuente poco funciona y los miles que costó su remodelación naufragan. Desde su reapertura pocas veces se ha visto trabajando, unas por las deficiencias en el abastecimiento de electricidad y agua, y otras por el ruido que produce, un estruendo que impide laborar a las instituciones artísticas con sede en el clásico y bello edificio.

Esas cosas suceden porque no asistimos al bello espectáculo de una sociedad donde los méritos profesionales sean el valor primero para acceder a la realización de una obra, o simplemente obtener un empleo. Tristemente, quien diseña una fuente, imparte una clase o atiende a un paciente es quien sabe crear los vínculos más fuertes con el empleador, quien sea mejor amigo o batalle más en las campañas. Trágicamente, por inopia e indolencia, el currículo dejó de ser carta de presentación en la mayoría de los casos. Es por eso necesario que el 4 % del Producto Interno Bruto se dedique finalmente a la educación, que el Estado Dominicano simplemente cumpla y haga cumplir la Ley sin chistar.

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jueves, 6 de septiembre de 2018

HAGIÓGRAFA, MONSIEUR

(Esta crónica de ficción se salió del tren en algún momento y por algún motivo fortuito, así que como estoy seguro de que alguien lo va a leer con mucho gusto, lo vuelvo a subir)

Las cosas de Baldomero
©ags

Ya no recuerdo cuándo murió Baldomero, la fecha se me pierde, pero su presencia es constante; ayer, como siempre, supe que reproducía una de tantas conversaciones con él porque me escuché diciendo: «Tienes toda la razón compadre».
«Me alegro de mi ignorancia», dijo él, pero como para entonces yo estaba acostumbrado a estos rebrotes, frases que le llegaban a la boca como si por ella el cerebro le drenara, no me provocó, como las primeras veces, ninguna duda. No pensé que estaba loco de atar ni que trataba de tomarme el pelo, ya me había dado cuenta que por momentos se iba, entraba en el pasado y se le escapaban fragmentos de conversaciones, frases que se le salían del recuerdo, ideas que no quería compartir ni mucho menos, pero que la lengua, como gaita que suena sin gaitero, sonaba.

En realidad, siempre eran como enunciados, como temas de una muy larga y razonada introversión, hervores que por lo general su inconsciente le obligaba a compartir aunque su conciencia así no lo quisiera, exhalaba una palabra, una oración que diera pié para debatir con algún prójimo, motivos que terminaban por convertirse en conceptos lapidarios, en categorías filosóficas, en juicios sociológicos, «en columnas dóricas del pesimismo» o en «centelleantes alucinaciones de optimismo».

Por todo esto y mucho más, me quedé en silencio un rato, el tiempo prudencial para que él terminara lo que estaba haciendo por allá, «en los recodos de sus neuronas», volviera a mirarme y sintiera que estábamos a punto de ser cagados por las palomas que, en bandadas, acababan de levantar el vuelo y pasaban por sobre el banco del parque en el que estábamos sentados. Le di tiempo para que lo despertara el sabor del café que se acababa de tomar en la cafetería de enfrente, y comenzara a hablar.
Entonces, cuando me volvió a mirar, como asombrado por mi presencia, le pregunté:
-¿Te refieres a la ignorancia tuya o la de…?
La de mi doméstica –respondió, y sin detenerse continuó-, eso decía ella mientras planchaba, y yo, que no me aguanto tampoco ante frases como esa, le hice la misma pregunta que me acabas de hacer.
Los días en que ella no iba a mi casa, ayudaba a una señora que recién se había regresado a París, una especialista en iconografía religiosa, una hagiógrafa… dime tú… y eso qué es aquí en esta ciudad, entre la Catedral, el Alcázar, Las Reales Casas y el realengo que le rodea. Entre esa fetidez que antes solamente venía del Río, pero que de un tiempo a esta parte se robustece en cada esquina, como si los restos de algún adelantado se estuvieran pudriendo todavía. ¿¡Qué pinta aquí una dama como esa!?
Ella estaba en mi puerta, había tocado muy discretamente y me preguntaba por Altagracia, mi doméstica, después supe que vino a pedirle que no fuera al otro día por su casa, que viajaría a alguna ciudad cercana muy temprano en la mañana… Para no sacarte de tus planes por los cambios en los míos te traigo tus honorarios, yo sé lo que es vivir al día… para la dama gala su viaje imprevisto no podía cambiar lo pactado entre ellas...
Pues cosas de cerebros del primer mundo, ella había venido una vez a esta ciudad con el sueño de ver la colección de piezas religiosas que hay en el Museo, sabía muy bien, por haber leído, que era valiosísima, y que algún Generalote las había comprado o las había recibido en donación cuando se le metió en la cabeza aquello de limpiar su ensangrentada imagen. Le dio por creerse que, apantallando al mundo con rescates patrimoniales, tiraría una cortina de humo a los…
…Y entonces supo que no había información cierta, ni estudios científicos, ni catálogo, ni catalogación, que faltaban piezas…y Altagracia se alegra de su ignorancia, porque como nunca antes la francesa le ilustró que el saber cuesta muy caro… bueno, en su caso ni tanto, con su mente europea finalmente se fue a la Otra Isla y dicen que por allá se la desquitó… ella fue una pieza clave en la reanimación de tres de los museos más importantes de allá… y que su padre tenía razón. Nada de escuela, nada de libros porque quien más sabe es quien más sufre…
Y entonces, después de todo eso, me volví a encontrar con la dama por aquí, salía ella de la Catedral, andaba aun con un tapabocas enrollado al cuello, y sus ojos rebosaban la felicidad que le provocaron algunas de las maravillas que vio en la cripta, a donde le llevó el mismísimo Cardenal, quien ensimismado con las valoraciones que hacía la dama acerca de lo que allí había, no pudo más, y como un amor a primera vista, la quiso contratar, pero ya el daño estaba hecho… ella se iba al día siguiente…
La invité a un café y allí hablamos largamente. De niña había estudiado en una escuela de monjas en Toulouse, al sur de Francia, donde vivían entonces sus padres, quienes murieron años después en un dramático atentado terrorista en Dublín. Ella por entonces ya estaba en un convento pero…
Su vocación, al parecer descolocada por la sacudida que le dio aquella tragedia, se inclinó por la vida laica, salió del convento, sepultó a sus padres y colgó los hábitos, aunque su pasión por las imágenes católicas no la abandonó nunca. Estudió Historia del Arte y terminó haciendo de la Sorbona su nuevo claustro, donde se doctoró en lo que es hoy su profesión. Ella está segura de que aquel bombazo pudo provocarle todo lo contrario, y estar hoy donde Dios la hubiera reclamado… pero ya ves. No vine a cambiar nada, pero suponía que no eran así las cosas, que las meritocracias existen a pesar de todo, que cuesta trabajo pero se llega, no podía imaginar que quienes están obligados a forjar una Nación la corroan…
Después de mi primer viaje me regresé a París y me puse a estudiar las fotos que había hecho y descubrí muchísimas cosas nuevas, lo cual no tiene la menor importancia, ese es el trabajo de un historiador, volver y volver sobre lo ya visto, volver sobre las piezas… a las que nos lleva sin frenos un deseo de disfrute, de emprender con ellas el largo y a veces interminable viaje del descubrimiento, de la impetuosa necesidad de remover los misterios que se esconden dentro de cada pieza de arte, dentro de cada objeto doméstico o religioso, no importa… Cuanto disfrutaron aquella vez mis estudiantes, casi niños, cuando les mostré en el Louvre, después de haber leído el Quijote, una bacía y su verdadero uso… el supuesto casco que le hizo portar Cervantes al Ingenioso Hidalgo… ver el objeto descorrió en sus mentes la caricatura que había querido pintar el genio español… y mis niños rieron con conocimiento de causa…
La risa que es tan buena para reconocer las inteligencias… dime de qué te ríes y te diré… Y a la dama se le ocurrió que todas esas nuevas las debíamos conocer aquí, en uno de los espigones de la conquista… de donde partieron muchos de aquellos locos hacia nuevos y mejores destinos…
En la embajada en París hubo una exposición de dos pintores de la Isla que viven en Francia y allí conocí a algunas personas con las que pude comentar mis hallazgos… claro que sí, pues vamos a vernos por allá, aquello es muy chulo, le va a encantar nuestra cocina criolla… sí… ya estuve y me encantó… El Agregado Cultural me visitó en mi apartamento de Montmartre y charlamos largamente, le mostré algunas fotos y le comenté algo de lo que yo había descubierto, y se mostró muy interesado, sobre todo cuando le dije que yo pagaría mi pasaje… De una vez le pidió que pasara por el consulado para firmar un pre contrato o carta de intención. En la capital de La Isla esperaban por mí.  
No pasó de la primera página el informe de la Dama, cuando comenzaba a redactar la segunda apareció un virus informático, un Troyano. Ya para ese entonces parece que ella había visto y escuchado cosas que le hicieron pensar en la posibilidad de que estuviera creado para monitorear, subrepticiamente, todo lo que ella hacía en las computadoras… pero sabiendo la prosapia de mis compatriotas, yo no lo creo, fue pura casualidad.
Pudo rescatar alguna información, evadir los daños y terminó su primer informe y lo envió, pero horror…, error le rectifiqué yo, no hubo respuesta, y como creyó que quien calla otorga, continuó. Un buen día llegó a la oficina y no había nada, ni escritorio, ni computadora, ni nada, sólo un papel con algunas faltas ortográficas y rocambolescas redacciones en el que «la parte contratante» daba por «terminado el vínculo laboral».
Ni Kafka lo hubiera hecho mejor monsieur, me quedé sin palabras, pero eso no fue todo. Un funcionario del Ministerio la llamó a su celular para decirle que era impensable que alguien viniera de afuera a cambiar nuestra historia, las descripciones de las piezas que allí están son infalibles y usted no puede estar creando conflictos. Aquí no creemos en sus títulos de la Sorbona ni en su currículo.
Me alegro de mi ignorancia don Baldomero, ¿usted no cree que esté en lo cierto? Me dijo finalmente la muchacha mientras planchaba. Para ella lo más fácil era cortar por lo sano, seguir en la inopia era lo que menos trabajo le costaría, así que le pregunté: ¿Tú me admiras o me envidias? y ante su cara de «despalabrada», comencé una larga disquisición.
No sé si ella habrá entendido algo, pero… la admiración, que es eso que algunos llaman la envidia buena… no hay envidia buena, jamás podrá ser buena la envidia, porque es un sentimiento asqueroso, propio de los enanos mentales, de los inseguros, de los que odian ver en otros las virtudes que saben imposibles en ellos… pero como te decía, la admiración es un sentimiento dulce, que te ensancha el espíritu y te hace muy feliz porque sabes que al menos hay alguien capaz de hacer lo que tú no has podido, que hay otros que pueden hacer lo que tú sueñas hacer en algún momento, y si otros lo hacen tú también puedes, la admiración se siente como un dulce cuando el admirador no se ofende por la sabiduría de otros, y toma al admirado como ejemplo para seguir sus pasos. El admirador construye y el envidioso destruye, esa es la cuestión.

Después de esto Baldomero se levantó del banco en el que estuvimos sentados por más de media hora, y como si yo no existiera se fue andando lentamente… entonces ayer, afeitándome frente al espejo, me escuché decir: «Tienes toda la razón compadre»

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lunes, 3 de septiembre de 2018

¿¡EL 4 POR CIENTO PARA QUÉ!?

(Este artículo lo publiqué hace muchos años y se salió de este blog por alguna razón que nunca pude conocer; sin embargo, como esta sociedad aún está muy lejos de ser una meritocracia, su contenido está tan vigente como en su día de publicación, así que ahí se los dejo) 

Mientras existan empresarios que prefieran a un pariente incapaz en un puesto de gran demanda profesional, y funcionarios públicos que promuevan a incapaces acólitos de nada valdrá la inversión en la educación.

No es que quiera privar en rosca izquierda, pero los problemas de nuestra sociedad no se resuelven SOLAMENTE con dedicar el 4 % del Producto Interno Bruto a la educación. El problema es más complicado que eso.
Si se produjera el milagro de que mañana amaneciéramos con la Ley aprobada, firmada y puesta en vigor, ese manantial de dinero no sería la solución del problema, porque peor que la ineficiencia en la educación es el clientelismo político en los predios oficiales y el amiguismo, por decirlo de algún modo, en el sector privado.
Con más dinero dedicado a la educación se conseguirían, después de un largo período de formación, una mano de obra más calificada y profesionales más capaces; sin embargo, mientras el currículo siga tan subvaluado como en nuestros días, nada cambiará.
Hoy no es el más calificado quien accede a un empleo, sino aquel que esté más cerca de la casta o el partido de quien oferta el empleo, hoy no está en las mentes de los estudiantes ser los más diestros en sus competencias, sino tener más “enllaves”, conocer más amigos con acceso a las fuentes de empleo, tener amigos empleadores, que es como tener un central azucarero.
Si no se empuja simultáneamente por todos los flancos, la sociedad dominicana difícilmente saldrá del estancamiento educacional en el que se encuentra, difícilmente, siendo una economía de servicios, pueda competir con los vecinos del área.
La campaña sin dudas ha sido una de las mejores en materia de publicidad e impacto, pero habría que ver los resultados a mediano y largo plazo, porque por otra parte, y no menos importante aún, mientras aprender no se convierta en una necesidad para los ciudadanos nada cambiará, mientras los estudiantes persigan solamente un documento que los acredite y no los conocimientos, nada cambiará, y para que el conocimiento sea una necesidad para la sobrevivencia y una carta de garantía de que el saber y no la suerte o los “enllaves” son los que valen, la sociedad en su conjunto y simultáneamente tiene que poner por encima de todo el valor académico y la capacidad profesional de quienes acceden a los mejores empleos, a las mejores calidades de vida.
Mientras existan empresarios que prefieran a un pariente incapaz en un puesto de gran demanda profesional, y funcionarios públicos que promuevan a incapaces acólitos, de nada valdrá la inversión en la educación. Por eso digo que no es privar en rosca izquierda, sino llamar la atención de que el daño es tan complejo y antiguo que si no se le ataca con los remedios adecuados por todos los flancos, esta campaña para compulsar al gobierno a dedicar el 4 % del Producto Interno Bruto a la educación no pasará de ser una más de las cruzadas con buenas intenciones y pocos resultados. Mientras se permita poner dos tornillos donde el fabricante recomienda cuatro, la batalla estará perdida, la rosca estará en su sitio, pero vacía. 

domingo, 2 de septiembre de 2018

LA GRUTA DE FINGAL EN LA SALUD DIGITAL DE UNA ORQUESTA SINFÓNICA


Cartas a un colega

Con el tiempo, en algunos lugares, las orquestas sinfónicas se han convertido en parte de la sociedad, en un tema que suena en la intelligentsia de esas sociedades, donde el músico es reconocido como lo que es: un fabricante de ilusiones y de estados de ánimo placenteros. 

La gruta de Fingal es una cueva marina de Escocia  situada
en el islote de 
Staffa, en el archipiélago de las Hébridas.

Foto: Fuente externa
Estimado colega, a esto me refería cuando te decía que la obertura Las Hébridas es una obra que debería «obrar» en el repertorio de campaña de cualquier orquesta que vele por su «salud digital» y todas sus consecuencias, o al menos formar parte de su bibliografía pasiva.

Vamos por partes: el tempo, según dice la partitura es un Allegro moderato, y no hay ninguna variación hasta el compás 217 donde aparece un Animato, pues bien, como te dije, es el mismo de principio a fin, por lo que desde ese punto no tiene el más mínimo problema técnico, tú o yo podemos dirigir esa obra. ¡Ah!, pero eso no es todo, para llegar a esa conclusión, para llegar a esa solución tan simple, para llegar ahí hay que comprender; primero, cómo consigue el compositor, entonces, las tensiones y distenciones naturales que debe tener toda historia para que, de principio a fin, capte la atención del público.

Pues bien, en esta obra, Mendelssohn, quien, hasta aquí, según sus catalogadores había escrito solamente 24 obras, lo resuelve con la simplicidad de los genios, agrega más notas por compás al tema, sí, tan simple como eso. Ahora, ¿por qué lo hace? ¿por qué ese es el recurso que utiliza Félix para establecer el ritmo interno de la obra?

Según la partitura, la obertura fue compuesta en 1830, tres años después de la muerte de Beethoven, dos años antes de la muerte de Goethe y cuando Mendelssohn tenía 21 años, era la Europa de las primeras décadas del siglo XIX, iba naciendo lo que después conocimos como Romanticismo. Goethe había nacido en 1749, había escrito Los sufrimientos de Joven Werther en 1774, en mi opinión, la obra que hizo explosión en las mentes de los milenians del siglo XIX y que finalmente, en 1789, comenzaría, implosionando también en las acciones de toda Europa, a hacer volar en pedazos, junto con la Bastilla, el sistema feudal y a dar paso al capitalismo… claro, pero esto, dicho así a tan largos trancos puede parecer una digresión o un disparate -Ojo, Goethe no fue el autor intelectual de la toma de la Bastilla-, pero lo hago para exponerte el camino por el cual trato de entrar en la mente, en el intelecto y en la estética de Félix, de entender el contexto en el que se movía entonces Mendelssohn cuando compuso Las Hébridas. Es mi modo de entender sus hábitos de escucha y cómo debo disfrutar la obra, cómo enfrentarla y sacarle partido emocional, pero como somos de profesión músicos, también arrancarle a la obra sus aportes técnicos.

Sí, es una hipótesis algo macarrónica… ¿y si no? Pero, para lo que quiero demostrar es suficiente. Para él, para el joven Félix, quien aún no era protestante, ¿o sí?... ahí habría otra línea de investigación, porque como sabes su familia era de origen judía y se volvió al protestantismo… pero esa es otra harina… aunque, eso sí, antes o después de Las Hébridas, la música que pasó por sus oídos tuvo fuentes muy diversas… Como te decía, la cuerda sonaba más bien soplada, aún los grandes teatros no eran un espacio a llenar con la música, aún Berlioz no se había obsesionado con las grandes masas sonoras aunque ese mismo año estrenó su Sinfonía Fantástica, así que en el oído de Félix cabían menos, muchísimos menos decibeles que en los oídos de los románticos posteriores, donde la cuerda comenzó a ser; primero, lamida y, después, mordida, como lo quiso Chaikovski en algunos pasajes de sus sinfonías, pero aún faltaban diez años para que naciera el genio ruso y morder la cuerda no era parte de la estética.

Ahora, las semicorcheas en la cuerda, que son en mi opinión las que ejercen la tensión de la obra ¿para qué más nos pueden servir? Pues te digo, si hablamos de técnica monda y lironda, estas figuras, tocadas por toda la cuerda durante pasajes largos, tocables y muy agradables al oído son la perfecta medicina para ensamblar la orquesta. ¿Cómo? Pues primero lo primero, cada músico debe desentrañar su parte y poner en dedos estos magníficos pasajes que, como verdaderos estudios para violín, viola, violonchelo y contrabajo, Félix escribió para La Gruta de Fíngal.

¿Y cómo así? Pues como todo instrumentista debe hacerlo, como se hace desde tiempos inmemoriales: abordando la obra nota por nota y dedo por dedo. Aquí te recomiendo ver el filme El Violín Rojo, y si ya lo viste vuelve a verlo. La película, además de una deliciosa historia, finamente construida, con un cuido especial por toda la estética cinematográfica, es una verdadera clase magistral de ciencias de la música. Fíjate en la escena en la que el maestro le enseña al estudiante como usar el metrónomo para alcanzar la habilidad de tocar a la velocidad de la luz… en el caso que nos ocupa, a tocar todas las semicorcheas en tempo, afinadas y todos juntos… ¡Ah! Aquí debería hablarte del tono, pero ya será en otro momento… ¿o no?

Bueno, va a ser una digresión a quemarropa, pero ahí te va: El tono es eso que puede parecerle al público un misterio indescifrable, pero que es simplemente el resultado de una serie de acciones coordinadas que ejerce con ambas manos el instrumentista sobre su instrumento, la izquierda pisando firme con los dedos la cuerda contra el diapasón, como una cejilla mecánica, y la derecha frotando el arco contra la cuerda firmemente de manera tan perpendicular como sea posible, propiciando la vibración de la cuerda. Eso, la justa afinación, el vibrato controlado y la eliminación de todo ruido constituyen el tono, que es quizás, un peldaño más alto que el sonido, la afinación o el toque por separados, es todo eso y mucho más. El tono es el resultado, en última instancia, de la cultura del instrumentista…  

Como te decía, en todo esto debe enfocarse una orquesta cuando ve en sus atriles las partichelas de La Gruta de Fíngal. Claro, y aquí hay especificaciones también. Si la orquesta está en dedos, si la orquesta está «hecha» y por sus atriles han pasado muchas sinfonías de Mozart… y ojo, más adelante te comentaré por qué esta obra es superior a casi todas las de Mozart para la salud digital de una orquesta y a qué me refiero con «hacer» la orquesta … Como te decía, si la orquesta está hecha, si viene de tocar muchos pasajes escabrosos y los ha estudiado como en la escena de El Violín Rojo, pues al director no le queda más que hacer su versión de la música, pero si la orquesta no está hecha, es decir, no suena ensamblada y la afinación, a consecuencia de la inseguridad digital, está afectada, pues le toca al incumbente hacer lo que nunca se hizo: el papel del metrónomo. Muy probablemente, a estas alturas, un director sensato optará por tocar a como dé lugar, pero un director sabio optará por hacer de metrónomo y ajustar el tempo a las posibilidades del conglomerado y como último recurso cambiar la obra, como han hecho muchos directores en semejante encrucijada.

¿Y a qué me refiero con «hacer» la orquesta? Aunque algo te he dicho en los párrafos anteriores y aunque creo que alguna vez hablamos del asunto, creo que este es un motivo que da para muchas sinfonías. Con el tiempo, en algunos lugares, las orquestas sinfónicas se han convertido en parte de la sociedad, en un tema que suena en la intelligentsia de esas sociedades, donde el músico es reconocido como lo que es: un fabricante de ilusiones y de estados de ánimo placenteros. Pero también hay orquestas, que alcanzado esto y por su alto grado de especialización, por estar hechas con meticulosidad y memoria histórica, han alcanzado una personalidad capaz de elegir cómo desean sonar y a quién desean ver en el podio… pero este no es el caso, aquí, en Nuestra América, son pocos los casos como ese, así que de este lado del mundo, «hacer la orquesta», en mi opinión, es trabajar un repertorio coherente desde el punto de vista técnico y artístico, como hace un estudiante en una academia, con método y metodología y con el objetivo de alcanzar cada vez mayores niveles artísticos… y aquí vuelvo a la salud digital… porque para eso, para alcanzar el arte musical en una orquesta sinfónica, es indispensable la salud de la cuerda… y eso se obtiene pasando por los dedos de los instrumentistas muchas obras que establezcan un sello de solvencia técnica. Es esa la única ruta por la que se llega a altos niveles en la escala de valores estéticos.

Creo que hasta aquí pudiera quedarte claro lo que entiendo por «hacer la orquesta», me falta ahora el asunto «Mozart». Mira, aún en el siglo XVIII el contrabajo no era un instrumento respetado, aún estaba «en construcción», las técnicas de interpretación se estaban explorando, las cuerdas eran de tripas, muy largas, poco duraderas, etc., y, sobre todo, los contrabajos servían solamente para doblar a los violonchelos, era el contra bajo de la orquestación, eso, a pesar de que ya Haydn le hubiera dado un solo de 16 compases al contrabajo en su Sinfonía No. 31, pero eso no significó que se escribieran pasajes contrabajísticos.

Mira si no la Sinfonía No. 35, donde lo escabroso de los pasajes no se recompensa con la belleza sonora, aporta al malabarismo, pero no al arte y a la técnica, algo que no sucede con Félix, todos los pasajes de La Gruta de Fíngal devuelven en oro las horas de trabajo, todos son absolutamente contrabajísticos, todas sus notas se pueden tocar, incluso a velocidades supersónicas, pero ya, si el director viola el tempo destroza la belleza de la obra. En fin querido amigo, ahí te dejo un enlace para que disfrutes de una versión de La Gruta de Fíngal que me parece justa, bella, sensata y emocionante, interpretada por una directora que no conozco personalmente, pero con la que me gustaría poder trabajar algún día, me refiero a Patricia Pouchulo.

En conclusión, para hacer la orquesta es indispensable cuidarle la salud digital, y, claro, para estos menesteres, La Gruta de Fíngal es una magnífica medicina… pero como toda cura, es menester aplicarla en las dosis que recomienda el médico, de lo contrario pudiera ser venenosa. Así que, como dice el prospecto, manténgase alejado del alcance de los niños.

Un abrazo y seguimos en contacto.

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