viernes, 4 de enero de 2019

EL DÍA DE REYES EN CUBA

Mis padres, con los juguetes que los Reyes Magos me dejaban debajo de la cama, me hacían una fiesta durante todo el día, y una buena parte de esa fiesta la ocupaba mi madre en hacerme fotos con su propia cámara fotográfica, «de cajón», o contratando los servicios de un fotógrafo profesional.

Aguada de Pasajeros, Cuba, enero de 1957.
Foto Orestes.
Los magos de Oriente, según el evangelio de san Mateo, fueron tres sabios peregrinos que siguieron una estrella hasta Belén, en Judea, para regalarle oro, incienso y mirra al recién nacido Jesús. La tradición convirtió en reyes a los magos de Oriente y sus nombres aparecieron por primera vez en una iglesia del siglo VI en Ravena, Italia.

Durante los últimos cinco siglos, es decir, desde el momento mismo de la colonización, comenzó a trasladarse a América la costumbre de recibir la visita de los reyes magos, la que se celebra el 6 de enero en las Iglesias anglicana, ortodoxa y católica.

En Cuba, como en todos los países de habla hispana, la costumbre era esperar a los tres Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar, durante la noche del 5 al 6 de enero, y en la mañana, debajo de la cama o en el arbolito de navidad aparecían los regalos que ellos habían dejado, pero hoy esa costumbre está congelada, se quedó en una cápsula desde que en la década del sesenta el 6 de enero dejó de ser un día feriado y los juguetes entraron en la lista de los artículos deficitarios y pasaron; primero, a ser «repartidos» mediante una libreta de racionamiento -en colas interminables, imposible de ocultar a los ojos curiosos de los niños que muy rápido comprendieron que no podían vivir de «ilusiones» y comenzaron ellos también a ayudar a sus padres en la épica misión de obtener los juguetes asignados-; que en los últimos tiempos, se trasladaron al mercado en «moneda convertible», mucho más prohibitivo que el mercado existente antes de 1959.

Aguada de Pasajeros, Cuba, 6 de enero de 1958
También, en época de reyes salían en Cuba los cabildos en desfiles o procesiones, fiestas que con el tiempo originaron entre otras tradiciones las comparsas de los carnavales. Estos cabildos tuvieron su origen durante el siglo XVI en Sevilla, y fueron cofradías de negros horros que en un principio se reunían bajo la advocación de Nuestra Señora de los Reyes, hermandades, que al tener en sus altares a los Tres Reyes Magos, mezclaban las tres razas: negra, blanca y amarilla, y con los debidos permisos se reunían en los días de fiestas, sobre todo en Corpus Christi para bailar al ritmo de bandurrias y tambores. Estas asociaciones se trasladaron a Cuba a principios del mismo siglo XVI, y ya en 1520 habían llegado a Santiago de Cuba, y en 1570 estaban en La Habana donde muy pronto sus salidas comenzaron a hacerse también durante la Epifanía.

Durante el siglo XX los cabildos fueron desapareciendo pero no el fundamento religioso que los mantenía unidos y de donde surgieron en el siglo XIX las diferentes manifestaciones religiosas que hoy existen en Cuba: La Regla de Ocha o Santería, Las Reglas de Palo Monte, la Regla practicada por los Arará, y la Sociedad Secreta Abakuá.

Aguada de Pasajeros, Cuba, enero de 1959.
Estudio Cruz. 
De lo que mi memoria recuerda, y según las fotos que se conservan en los álbumes que mi madre confeccionó con mucho cuidado durante mis primeros años de infancia, el día de reyes era una fiesta de fantasías; pero eso, en mi país, ha cambiado mucho. Mis padres, con los juguetes que los Reyes Magos me dejaban debajo de la cama, me hacían una fiesta durante todo el día, y una buena parte de esa fiesta la ocupaba mi madre en hacerme fotos con su propia cámara fotográfica, «de cajón», o contratando los servicios de un fotógrafo profesional.

En un artículo titulado «El Día de Reyes», publicado en la revista La Habana Elegante el 9 de enero de 1887, el escritor Ramón Meza describió así aquella fiesta: «Luego salían del Palacio para dejar espacio a otros e iban desfilando, en perfecto orden, los congos y lucumíes con sus grandes sombreros de plumas, camisetas de rayas azules y pantalón de percal rojo; los ararás con sus mejillas llenas de cicatrices de cortaduras y de hierro candente, repletos de caracoles, colmillos de perro y de caimán, cuentas de hueso y de vidrio ensartadas y sus bailadores metidos hasta la cintura en un gran rollete formado con un aro cubierto de fibras vegetales; los mandingas, muy lujosos con sus anchos pantalones, chaquetillas cortas y turbantes de género de seda azul o rosa, y bordeados de marabú; y tantos otros, en fin, de nombre enrevesado y caprichosos trajes que no estaban hechos enteramente al estilo de los de África, sino reformados o modificados por la industria civilizada. En los barrios extremos y calles menos concurridas, campaban por sus respetos los ñáñigos cubiertos de un capuchón de burdo género, algo parecido al de los sayones del Santo Oficio... Las demás tribus llamaban la atención por lo pintoresco y exótico de sus cantos, trajes y bailes...».

Desde hace más de medio siglo el castrismo repudia con firmeza cualquier celebración pública del Día de Reyes y creó por decreto el día del niño, en una fecha de julio que nunca consiguió arraigo en la ciudadanía, pero del Día de Reyes aún quedan los recuerdos y las fotos.

Así como el Vesubio sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano, la llamada «revolución» cubrió con un manto de lava esa y muchas otras tradiciones y costumbres, y aunque entiendo que los daños han sido irreversibles, algún día, como resurgieron de entre las piedras volcánicas las maravillas que sepultó el Vesubio, renacerán en Cuba los hábitos, las tradiciones y las costumbres que distinguieron a los cubanos y formaron parte siempre de una marca, de una nacionalidad.

5 comentarios:

  1. Hola coterráneo. Ha sido un placer leer tu artículo, me gustó mucho. También tuve la dicha de tener, gracias a mis padres, la hermosa ilusión de los Reyes Magos, cuánta emoción sentía el día 6 en la mañana cuando despertaba y encontraba frente a mi cama todos los juguetes que hacían feliz mi infancia. Siento mucha pena por los niños cubanos que no pueden atesorar esos mágicos e inolvidables momentos. Gracias a Dios mis nietos viven en libertad y, aunque la tradición acá es Santa, también disfrutan de una hermosa ilusión. Mis respetos y saludos para ti. Teresita Mederos Mira.

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  2. También disfruté el artículo. Nací en el 71, así que me perdí esa época de Cuba. En mi infancia todo lo referente a religión fue tabú. Si me preguntas ahora, aunque no sea religioso, daría mi voto por la fantasía, las tradiciones y la libre elección de credo.

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    1. Así es Garcell, cultivar la fantasía hace la vida más grata.

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  3. Muy buen articulo, refrescante y a la vez muy documentado. Yo que naci en el 63 tambien tuve Reyes pero solo porque mis padres se afanaban en mantener esa costumbre. Y recuerdo que todos los anos recibia el mismo muneco que yo ya tenia pero vestido con un traje nuevo Mis tias me lo vestian sin yo saberlo, claro. Lo demas era a escondidas de mi, las enormes colas del juguete basico y los dos adicionales. Ese gobierno acabo con nuestras vidas

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