jueves, 7 de junio de 2012

DEL OTRO LADO DEL HORIZONTE

El Cardenal mediador

Oswaldo Payá, Antonio G. Rodiles, Alexis Jardines, Mario J. Rivera y Miguel Saludes, son algunas de las voces que no comulgan con los puntos del Cardenal, pero ninguno de los entrevistados en este Dossier los menciona, sino que los descalifican.

Algunas afirmaciones del cardenal Jaime Ortega en su conferencia en la Universidad de Harvard -ver anexo al final-, han concitado el rechazo de algunas voces de la sociedad civil y la oposición cubana, y para contrarrestarlo y resaltar la imagen del purpurado, el pasado 4 de junio apareció en la Internet un Dossier Especial de Progreso Semanal, en el que un grupo de consultados exalta las virtudes del cardenal y del rol que viene desempeñando la Iglesia católica en Cuba. Sin embargo, estas apologías tienen también sus lados flacos, los que quiero comentar a grandes rasgos.

Carmelo Mesa-Lago, Catedrático Distinguido Emérito de Economía, de la Universidad de Pittsburgh escribió:

«Por tanto, apoyo los programas y acciones de la Iglesia Católica que abren espacios para el debate respetuoso de cubanos dentro y fuera de Cuba, con diversas ideas, en busca de consenso, procurando las necesarias reformas económico-sociales que requiere el país».

Aquí, el señor Carmelo reduce el debate a dos grupos que no están en conflicto; además, no menciona que a los cubanos se les viola el derecho a desplazarse libremente, lo que impide la democratización de esos debates. Al anotar el adjetivo “respetuosos”, armoniza con el lenguaje oficial y reafirma que hay unos «irrespetuosos» que no califican. Por otra parte, se refiere nada más que a las reformas económico-sociales y deja de lado las políticas, que sin dudas propician todas las demás.

Más adelante Carmelo anotó:

«[…] espero que la Iglesia se abra también a la participación en los debates de disidentes políticos residentes en Cuba con posiciones documentadas y respetuosas».

En cuanto a esto, Carmelo desestima a los opositores que tienen desde hace muchos años propuestas muy bien documentadas, incluso basadas en la propia constitución, esa que supuestamente votaron casi el 100 % de los cubanos, pero en lugar de un espacio para el debate democrático lo que han recibido son muchísimos años de cárcel, la violación de todos sus derechos, el escarnio público y la humillación de ellos y sus familiares.

Oscar Espinosa Chepe, economista, expreso político de la causa de los 75 y activo opositor al gobierno cubano escribió:

«[…] los trabajos que está haciendo la Arquidiócesis de La Habana de unión de los cubanos, de servir de puente entre distintos sectores de nuestra sociedad es muy favorable; tanto la creación del Centro Cultural Padre Félix Varela, donde participan compatriotas de distinto signo político y debaten allí las ideas de una forma responsable, […]»

En realidad, este espacio adquiriría legitimidad en la medida que otros espacios se pudieran crear por libre iniciativa de los ciudadanos, y no por intervención o mediación de la Iglesia, la que, en última instancia, y solo en última instancia, consigue lo que la jerarquía política le permite.

Y más adelante Chepe, refiriéndose a las reformas anunciadas, continúa:

«Pero eso no se puede lograr con una varita mágica y, mucho menos, insultando a entidades que han sido nuestras aliadas, que han sido nuestras protectoras […]»

Oswaldo Payá, Antonio G. Rodiles, Alexis Jardines, Mario J. Rivera y Miguel Saludes, son algunas de las voces que no comulgan con los puntos del Cardenal, pero ni Chepe ni ninguno de los entrevistados en este Dossier los mencionan, sino que los descalifican. Habría que ver cuáles son las expresiones que Chepe toma como «insultos», pero seguramente que ninguna tan hiriente y mordaz como las que utiliza el Granma contra todos sus adversarios.

Julia Sweig, miembro principal del Nelson y David Rockefeller Center. Directora de Estudios Latinoamericanos del Concejo de Relaciones Exteriores, de Washington, DC escribió:

«Me eché a reír cuando leí la palabra lacayo, porque es un término que proviene […] de la Cuba de Batista. Es un término polarizador que también me entristeció verlo […] en cualquier lugar relacionado con Cuba».

Julia se asombra al leer la palabra «lacayo» en un editorial de Radio Martí, pero esa no es más que una caricia al lado de las injurias que ha publicado la prensa oficial cubana, contra sus opositores durante más de medio siglo. Y para muestra un editorial titulado Otro capítulo de irrespeto y falsedades.

Pero si le apetece como a Julia la palabra «lacayo», ahí la transcribo, utilizada no una, sino tres veces en dos de los párrafos de una declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba:

¿Será acaso por eso que el Imperio se los traspasa al lacayo […]?

“Mientras, Cuba resiste al Imperio y desprecia al lacayo. […] Sabe que ni imperios ni lacayos impedirán que su pueblo construya la sociedad más culta, más justa y más solidaria que haya existido jamás”.

Más adelante Julia continúa:

«[…] el cardenal Ortega ha creado un espacio para el debate y el diálogo en Cuba, y no solo para los católicos».

Aquí Julia descalifica la labor de muchos opositores dentro de la isla, quienes han creado diversos espacios para el intercambio de información y el debate, lugares asediados por la policía política, bibliotecas, centros de reunión que nada han tenido que ver con el cardenal, y que si existen es por el coraje de sus creadores.

Y sigue escribiendo Julia:

«Sus esfuerzos por ayudar a la liberación de presos políticos –no solo en los últimos años, sino durante el tiempo que ha ocupado el cargo– ha sido eficaz e incluso heroico».

Si vamos a hablar llanamente, lo que ha conseguido el cardenal, en la mayoría de los casos, ha sido que les conmuten a algunos presos políticos cubanos la pena de cárcel por la de destierro -único procedimiento que durante décadas ha permitido la jerarquía política cubana-, y eso no significa la liberación. En todo caso, un cambio de condena muy beneficioso para la dictadura.

Julia también afirma que:

«Cuba está atravesando un período de cambio significativo. Creo que hay más espacio para el desacuerdo, disensión y el choque de ideas que en ningún otro momento desde que comencé a viajar a la Isla en 1984».

Buen año ese… 1984… Orwell lo describió a la perfección. ¡Pero no es posible tomar en serio esta data! De 1984 a 2012 han pasado nada más y nada menos que 28 años, por respeto a la inteligencia ajena… ¿¡o es que nuestra Nación tendrá que esperar a las calendas!? En 31 años se realizaron en Cuba dos Guerras de Independencia, y 4 años después fuimos República, pero dos décadas después ya la isla estaba en franca recuperación económica y pujaba por colocarse entre las naciones más prósperas del mundo, y en 1940, nos dimos una de las más avanzadas y democráticas Constituciones de América, fue la época en la que nuestro país más se pareció a una República con todos y para el bien de todos.

Y Julia concluye:

«El ataque político a la archidiócesis de La Habana y al liderazgo del Cardenal Ortega representa un importante paso atrás en el proceso de reconciliación que hasta la fecha él ha dirigido exitosamente. Nunca pensé que fuera posible».

Si el cardenal habla en términos políticos no puede esperar que le canten maitines, le van a responder con argumentos políticos. Y como lo único que se ha estado reconciliando hasta ahora es la jerarquía de la Iglesia con la jerarquía política en Cuba, el paso atrás en ningún caso afectará a los ciudadanos, el pueblo seguirá sufriendo igual, por él deberían doblar las campanas, pero no es así, el paso adelante o atrás en estos concilios nada significará para el pueblo, porque el pueblo está del otro lado del horizonte.

Aurelio Alonso, sociólogo, escritor, sub-director de la revista Casa de la Casa de las Américas escribió:

«[…] los entendimientos que pueden darse entre una Iglesia que sustenta sus posiciones en su propia doctrina social y el Estado socialista».

Aquí lo dice más claro Aurelio, aquí no tengo nada que agregar, porque más claro no canta un gallo.

Arturo López-Levy, académico, Investigador Asociado de la Universidad de Denver, Estados Unidos anotó lo siguiente:

«En contraposición a la ineficacia de aquellos actores que prefieren lo contencioso y hasta adoptan posiciones ambiguas o favorables hacia el embargo norteamericano, […]»

Así continúa la retahíla de descalificaciones y ofensas sin mencionar el santo. Son ineficientes «aquellos actores», según él, porque contienden y están a favor del embargo. Esas son las otras ideas, esa es la pluralidad, esos que piensan distinto son los que forman parte de la pluralidad que menciona Arturo, pero que en realidad no acepta.

Continúa Arturo:

«[…] el diálogo paciente de la Iglesia con el gobierno no solo alcanzó la liberación de los prisioneros de la primavera de 2003 sino también abrió nuevos canales de comunicación entre el Partido Comunista y la organización de más amplia membrecía dentro de la sociedad civil cubana».

No es difícil entender entonces, por qué la Iglesia Católica y el Partido se comunican, y dejan fuera a todas las demás organizaciones de la sociedad civil, incluida la oposición: porque tienen, supuestamente, entre ellos dos, la más amplia membrecía dentro de la sociedad civil cubana, con esto está dicho y repetido, que las demás organizaciones opositoras son, como se les llama desde los editoriales de la prensa oficial cubana, unos «grupúsculos» que no merecen ser invitadas a los concilios.

Y escribe Arturo:

«Resistiendo las caricaturas simplistas de ángeles y demonios en la política cubana, que llevaron a la guerra civil de los sesenta, las congregaciones de fe han preferido dotar la sociedad con una cultura de derechos humanos, fe y responsabilidad patriótica».

Crípticas conclusiones saca Arturo de la Historia de Cuba. No fue el maniqueísmo político lo que llevó a los cubanos a la última guerra civil del siglo XX, sino la traición de unos ideales que tuvieron su campo de batalla en las Sierras del Escambray. Unos volvieron a la guerra porque consideraron que la patria con todos y para el bien de todos había quedado aplazada y aplastada, la defensa de la Constitución del 40 y la vuelta a la democracia habían quedado truncas. Dos grupos de cubanos se enfrentaron porque la revolución que se prometió ser verde como las palmas fue escamoteada.

Difícil misión le achaca Arturo a la Iglesia, una misión imposible, misión que por demás le ha sido prohibida a muchos opositores. Divulgar la Declaración Universal de los Derechos Humanos ha sido uno de los cargos por los que más de uno en Cuba ha ido a la cárcel.

Y continúa Arturo López:

«Es que de triunfar los proyectos reconciliadores, como el que el Cardenal promueve, habría que desmontar las estructuras de hostilidad a ambos lados del estrecho de la Florida. Y esa si sería la peor derrota para las industrias del odio».

Insiste en el conflicto entre los cubanos del exilio y los de la isla, una falacia que cabe solo en las mentes de algunos miembros del Comité Central y algunos cubano-americanos, un conflicto del cual a estas alturas no se presenta ni la más mínima prueba. Se trata de sustituir con esto a los reales contendores: la dictadura y la oposición.

Y sigue:

«En ese sentido político, quizás la Iglesia debería exigirle a esos sectores más firmeza y cooperación por los espacios y auditorios que les ha dado».

La Iglesia no es la llamada a darle ningún espacio al pueblo, más que sus templos y sus oraciones, la política es un asunto que está fuera de los templos, y si con alguien debe reconciliarse la iglesia es con los católicos que no aceptan la dictadura y se le oponen a ésta en los términos que en cada momento se hace necesario.

Peter Hakim, Director Emérito de Diálogo Interamericano, de Washington, DC escribió:

«El Cardenal hizo algunas declaraciones desafortunadas en Harvard, no solo porque eran insultantes para algunos individuos valientes, sino porque también pueden dificultar el trabajo de la Iglesia en Cuba y disminuir el apoyo a ese trabajo en Estados Unidos. Pero nadie tiene toda la razón todo el tiempo».

Peter reconoce el desaguisado, y admite que fue «insultante para algunos individuos valientes», pero en otro párrafo, descalifica a quienes criticaron ese despropósito:

«Las reacciones más virulentas al comentario del Cardenal provinieron de aquellos que consistentemente han buscado oponerse y desacreditar al líder eclesiástico. Sus palabras en Cambridge fueron nuevas armas para ellos».

Todos los que en este Dossier tratan de alzar la imagen de Ortega Alamino y el rol que en la política ha desempeñado la Iglesia, esgrimen los mismos argumentos, tratan de enarbolar la tolerancia, pero son intolerantes, exigen que no se les descalifique y descalifican, tratan de incluir, pero excluyen, y reconcilian a quienes nunca se han confrontado.

Además, existen demasiados puntos en común entre estas opiniones y los intereses de las dos jerarquías que, aunque ni se mencione, son las que en realidad se están reconciliando: La jerarquía Católica y la jerarquía política.




Pregunta en español:

Muchas gracias cardenal Ortega por estar aquí con nosotros y muchas gracias por el trabajo que ha hecho durante toda su vida casi a favor del pueblo cubano y de la Iglesia Católica cubana en particular. Mi pregunta se refiera a algo que mencionó usted anteriormente, y es que la Iglesia Católica no puede y no debe de ser la voz de la oposición en Cuba o un partido de oposición en Cuba. Habiendo estado yo dentro de la Iglesia casi toda mi vida igual siempre me enseñaron que la Iglesia sí es la voz por lo menos de los oprimidos, de los perseguidos y de los menos afortunados, entonces le pregunto si la Iglesia sigue siendo esa voz dentro de Cuba y en particular me refiero no solo a los trece disidentes que fueron sacados a la fuerza de una Iglesia Católica cubana, anterior a la visita del Papa, pero más allá de eso a un señor que fue igualmente sacado a la fuerza habiéndose manifestado en frente de la misa del Papa en Santiago de Cuba.

Respuesta del cardenal: Sí, la iglesia era de La Habana y no fueron sacados a la fuerza, ellos eran un grupo… me apena mucho pero todos eran antiguos delincuentes, había un ex preso cubano que había sido devuelto a Cuba, había estado 6 años aquí en la cárcel preso y fue de las personas… dijéramos excluibles que fueron mandados a Cuba, había toda una gente allí sin nivel cultural, algunos con trastornos sicológicos. Hay unos grupos que dañan mucho a cualquier tipo de oposición o disidencia, que se han ido creando hasta un número indeterminado y esos grupos buscan muchas veces poder abandonar el país, tener una condición de refugiados etc.

Esto fue organizado por un grupo desde Miami y al mismo tiempo fueron a varias iglesias. Hubo un grupo que nos llamó desde Pinar del Río para decir: “Nos han pedido que ocupemos la catedral de Pinar del Río, pero cardenal nosotros no vamos a ir allí”. Eran personas más equilibradas. Los que fueron a la Iglesia en La Habana llegaron como tantos fieles, es una iglesia muy visitada todo el día, y allí se fuero quedando y al llegar la noche dijeron que ellos no se iban porque los estaban persiguiendo, que les iban a golpear. No había nadie en los alrededores, yo llamé al párroco, el párroco me dijo: “Bueno, aquí no hay nadie en los alrededores, pero ellos no se quieren ir de aquí”. Entonces fue el canciller del obispado para acompañarlos: “Pero miren ustedes no tienen problemas, yo voy a ir con ustedes, los vamos a llevar a sus casas en un vehículo nuestro, nadie los está esperando para golpearlos, vamos a irnos”. “No, no, no, nosotros mañana en la mañana nos iremos vamos a pasar la noche aquí”.

Con celulares… de última generación… comunicaban y les decían que no se fueran, desde el extranjero. Estaba pasando eso al mismo tiempo en Holguín. El obispo tuvo que ir personalmente porque el párroco no estaba y no tenía a nadie y tuvo que ir personalmente a un lugar. El les dijo “miren, tienen que irse de aquí, esto no es una manera de proceder y no se querían ir, y al fin y al cabo: “ustedes se van o nosotros comunicamos esto a las autoridades que hay personas que están ocupando aquí…”. Y se fueron.

Yo llamé para decir la situación que teníamos allí y me dijeron: “Ah, nosotros, que sea uno de ustedes que los convenza de que se vayan, que sea uno de ustedes”. Se lo dijimos a ellos, no podíamos convencerlos. Ellos dijeron: “Bueno que nos digan eso las mismas autoridades, que nos lo vengan a decir ellos”. Es decir, ellos pidieron que la autoridad se los dijera “porque no creemos, sí creemos al cardenal, pero no creemos que el recado de ellos es verdad de que no nos va a pasar nada”. Entonces las autoridades fueron a invitarlos a irse. No hicieron resistencia, nadie fue arrastrado, todo eso es falso, dijeron de la diócesis de Holguín que la había dado un manotazo a alguien para que el celular callera al suelo, nada de eso pasó, él me escribió enseguida email para decir “aquí no ha pasado nada de eso”.

En otra iglesia el párroco dijo: “Tienen que irse”. Y el párroco resolvió el problema. En La Habana trascendió por el hecho de que no se fueron, estuvieron mucho tiempo, nadie se percató de la llegada de ellos a una iglesia donde va mucha gente y crearon este problema y así fue como salieron, sin resistencia, porque el párroco estuvo allí y los vio. A uno lo tomaron por el brazo, que se había escondido en el baño al momento de llegar la policía. Fueron y lo buscaron, lo tomaron por el brazo. Los demás se fueron. Fueron llevados a sus casas. Primero le levantaron un acta… no le levantaron un acta les hicieron una advertencia de que eso no se podía hacer. Yo dije: “No vayan a hacerle nada a esta gente”, pero yo quisiera que ustedes vieran el informe de las personas que tomaron esa iglesia, era lamentable. Algunos presos, habían cumplido meses de cárcel por exhibicionismo, otros por delitos comunes… en la prisión tres, cuatro años y le preguntaban: “Pero bueno, ¿y qué ustedes quieren, por qué ustedes están aquí?”. “No, hasta que no venga no nos vamos de aquí porque…”.

Había uno totalmente desquiciado que decía: “Yo personalmente voy a hablar con el Papa”. Era una situación difícil… pues se cumplió lo que ellos pidieron, fueron las autoridades, los sacaron, y después claro… pero ya había lo que querían desde esos centros, que quedara para la historia esto y que yo había llamado a la policía y que los saqué, y que los sacaron arrastrándolo y todo eso es falso, todo eso es falso. Como dijeron del otro obispo que había dado un golpe a uno, todo… las noticias se fabrican y salen una serie de noticias.

Por ejemplo, nadie nadie publicó si no esta noticia: “El cardenal ha ayudado a deportar a 130 presos y fueron las Damas de Blanco, cuando vinieron a conversar conmigo las que me dijeron: “Queremos que los saquen de Cuba”. Tres veces les dije: “Esto lo tengo que informar porque me han puesto de mediador, me ha dicho el gobierno que medie con ustedes. Ustedes están seguras, ¿son todos?”… “Esa es la opinión de todos”. “¿No es de sus esposos nada más?”. Porque era un grupo de siete. “No, es de todos”.

Bien, yo presenté esto y me acuerdo que éramos el arzobispo de Santiago y yo, lo presentamos al mismo Raúl Castro y él dijo: “Bueno, podrían salir, pero no solos, sino con sus familiares. Si un país los acoge pueden también los familiares no tienen que enviárseles solos. Y yo pregunté: “¿Y quien no quiera irse de Cuba?”. “Bueno, quien no quiera irse de Cuba que no se vaya”.

Bueno, pues salieron y hay doce que se quedaron en Cuba, ya uno se fue después, vino a Estados Unidos. Pero, se han quedado, es decir, no hubo deportación, cada uno de ellos firmó con Iberia, un papel de que ellos no eran… porque también podían acusar a la línea aérea o que… ellos se iban.

Es decir, hay que tener mucho cuidado porque se pueden fabricar noticias de una falsedad tremenda… hay algo que es difícil de explicar que sería muy largo pero…

1 comentario:

  1. Rolando H. Castañeda7/6/12 1:53 p. m.

    Lo felicito por su resumen. Como en Cuba no hay un imprescindible diálogo y solo hay posiciones maniqueas tenemos que recurrir a resúmenes de lo indicado por las partes.

    En este debate estoy mucho mas cerca de los puntos de vista expresados por Rodiles, Jardines y Payá que por Espacio Laical. Si el Cardenal quiere ser mediador tiene que ser imparcial, lo señalado en Harvard ante una de las preguntas fue un insulto innecesario y evidentemente lució muy parcializado. En mi opinión perdió credibilidad.

    No obstante, respeto lo que señala Espinosa Chepe que fue uno de los presos de la Primavera Negra y considera que en los momentos más difíciles cuando estaba en prisión la iglesia católica lo ayudó y confortó. También a Hakim que señala categóricamente el error cometido por el cardenal Ortega.

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