Basta
ya de jugar con la cadena. De ahora en adelante, la pelea ha de ser
directamente con el mono. Eliécer Ávila.
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Pero ya el pensamiento cívico cubano no oficial, el
que representan muchos individuos capaces de emitir criterios y divulgarlos
desde el seno de la sociedad, ha llegado al grado de eliminar los eufemismos,
de quitar, en la exposición de las ideas, toda bruma.
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Menciona la sociedad viciada por el inmovilismo, pero
no acude al sentido común para mencionar que quienes ostentan el poder son los
mismos desde hace más de medio siglo, y esa es la esencia del inmovilismo.
Esa etapa del pensamiento cubano, en la que se hablaba
como quien anda en terreno minado quedó atrás. Entre otros, Eliécer Ávila, Yoani Sánchez, Guillermo Fariñas, Rodiles y Oswaldo Payá tienen un discurso diáfano, con serias y bien fundamentadas
propuestas, sin odios, sin consignas que llamen a rebato o a hundir la isla en
el mar.
Esos críticos del cardenal no promueven ni el
inmovilismo ni el odio, sino todo lo contrario, estos críticos le piden a la
Iglesia Católica que desempeñe su rol y que no interfiera, no descalifique y
mucho menos trate de ocupar el lugar que le corresponde a la oposición interna,
precisamente en este momento, en el que las fuerzas de un pensamiento nuevo,
múltiple y democrático ha nacido en Cuba, y puja por ocupar el lugar que le
corresponde en la sociedad.
Le hubiera hecho mucho bien, a este bullir de ideas
que ahora recorre nuestra isla, que Espacio Laical, Cubadebate, el Granma,
Juventud Rebelde, IPS/ Internacional y Progreso Semanal, entre otras
publicaciones oficialistas y pro oficialistas, hubieran publicado además de los
elogios al cardenal algunas de aquellas críticas, pero esas publicaciones solo
las mencionan y denuestan a los opositores
que las suscriben, y, siguiéndole la rima al inmovilismo, juegan con la cadena y
dejan tranquilo al verdadero culpable de la
entronización de los odios en la sociedad cubana.
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El autor se mantiene en la línea del pensamiento inerte,
en consonancia con quienes desde el poder inculcan el
odio desde la mañana a la noche, pero le echan la culpa al otro. También
-se me ocurre ahora-, es posible que las críticas a las que él se refiere no
sean las mismas que yo he leído, pero en todo caso es su derecho a expresarse
libremente, el mío es escribir esto que usted acaba de leer.
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Estoy de acuerdo que el problema nuestro es el mono y no la cadena. En estos momentos la intransigencia revolucionaria ya no existe, solo la intransigencia conservadora o inmovilista, excelentemente bien descrita por Miriam Celaya en ‟Lineamientos no, libertad ciudadana."
ResponderEliminarConsidero que debemos concentrarnos en el mono y olvidarnos de la cadena. En cualquier caso no considero que Leonardo Padura con el cual podamos tener diferencias, en particular con respecto al Cardenal Ortega, sea parte de la cadena alada por el mono.