Fue a través de la televisión que conocí a Chiquiña Gonzaga, en una miniserie con un guión de Lauro Cesar Muñiz y Marcilio Moraes, producida por Globo TV Internacional de Brasil y con la Dirección General de Jaime Monjardin.
La miniserie, que de seguro pasa por alguna televisora en estos días, cuenta la vida de Francisca Eduviges Neves Gonzaga, una pianista, compositora y directora de orquesta, quien nació en Río de Janeiro el 17 de octubre de 1847 y que murió en esa misma ciudad el 28 de febrero de 1935. En los roles principales tiene a Regina Duarte, quien encarna a la Maestra Gonzaga en su edad madura y a Gabriela Duarte, quien representa a Chiquiña joven; el actor Carlos Alberto Ricceli es Juan Bautista y Suzana Vieira, es Suzette.
Chiquiña Gonzaga, fue la primera mujer brasileña que integró una orquesta bailable. Invitada por Joaquin Antonio da Silva Callado, integró el conjunto Choro carioca, que él dirigía y donde tocaba la flauta. Ambos, desde aquel conjunto, tuvieron mucho que ver con la evolución que sufrió el choro en su paso de forma de tocar a género musical.
En 1889, Chiquiña Gonzaga organizó en el Teatro Sao Pedro, en Río de Janeiro, una fiesta en homenaje al Maestro Carlos Gomes, entonces el más importante compositor brasileño, y de quien dirigió, frente a una orquesta, varias de su obras, entre ellas fragmentos de la ópera El guaraní, que fuera estrenada en Milán unos años antes.
Chiquiña, en 1899, creó una composición musical carnavalesca siendo su O abre alas, el tema que se escuchó con más fuerza en los carnavales cariocas de aquel año. Fue la primera vez que en esas fiestas se entonó una música creada expresamente para ellas. El teatro de revista brasileño recibió más de setenta obras con música de Chiquiña Gonzaga, entre ellas A Filha de Guedes (1885) y O Bilontra e a Mulher-Homem (1886) Fue Chiquiña también una abanderada en la puja por hacer valer los derechos de los autores sobre sus obras y junto a un grupo de intelectuales pudo crear la primera sociedad de autores musicales de Brasil.
Toda esta historia de una vida dedicada por entero a abrir caminos, es contada en una telenovela con todo el decoro y la dignidad artística que tal historia merece. Globo Internacional de Brasil, como parte de la gran industria que se dedica al género en el gigante del sur, abre caminos en un género que en otras latitudes es degradado hasta el punto de la insolencia y el irrespeto hacia el espectador. La maestría artística, que llega a alturas insospechadas, propias del mejor cine de arte a veces, unida a los más efectivos clisés, hacen de esta puesta en pantalla una de las más atrayentes del género en la actualidad.
Sin pintoresquismos, sin maquillajes, los realizadores se tomaron gran empeño en mostrar la crudeza de la realidad que debió enfrentar la Maestra Gonzaga para realizarse, el sufrimiento que provocó en ella la hostilidad del medio ante una mujer que decidió dirigir su propia vida. Todo esto es utilizado como base para construir la historia, para crear el interés en el espectador, pero también supieron los creadores de esta telenovela presentar su obra musical y la de sus contemporáneos en interpretaciones de alto valor histórico.
La miniserie llegó al espectador esta vez con elementos enriquecedores, dándole tanta importancia a la vida de los personajes, como al medio intelectual carioca en el que estos se desenvuelven. El conflicto económico, político y social del que fue naciendo la música auténticamente brasileña es abordado en esta telenovela con gran maestría, con la mayor naturalidad del mundo, atrapando al televidente, atándolo a una historia de profundo contenido, contándonos una complejísima trama con la amenidad de un cuento de hadas, poniéndonos, sin subterfugios ni amaneramientos joligudenses, en contacto directo con la auténtica música brasileña. Con Chiquinha Gonzaga, Brasil sigue abriendo el camino del buen gusto y de los más altos valores estéticos en la televisión americana.
La miniserie, que de seguro pasa por alguna televisora en estos días, cuenta la vida de Francisca Eduviges Neves Gonzaga, una pianista, compositora y directora de orquesta, quien nació en Río de Janeiro el 17 de octubre de 1847 y que murió en esa misma ciudad el 28 de febrero de 1935. En los roles principales tiene a Regina Duarte, quien encarna a la Maestra Gonzaga en su edad madura y a Gabriela Duarte, quien representa a Chiquiña joven; el actor Carlos Alberto Ricceli es Juan Bautista y Suzana Vieira, es Suzette.
Chiquiña Gonzaga, fue la primera mujer brasileña que integró una orquesta bailable. Invitada por Joaquin Antonio da Silva Callado, integró el conjunto Choro carioca, que él dirigía y donde tocaba la flauta. Ambos, desde aquel conjunto, tuvieron mucho que ver con la evolución que sufrió el choro en su paso de forma de tocar a género musical.
En 1889, Chiquiña Gonzaga organizó en el Teatro Sao Pedro, en Río de Janeiro, una fiesta en homenaje al Maestro Carlos Gomes, entonces el más importante compositor brasileño, y de quien dirigió, frente a una orquesta, varias de su obras, entre ellas fragmentos de la ópera El guaraní, que fuera estrenada en Milán unos años antes.
Chiquiña, en 1899, creó una composición musical carnavalesca siendo su O abre alas, el tema que se escuchó con más fuerza en los carnavales cariocas de aquel año. Fue la primera vez que en esas fiestas se entonó una música creada expresamente para ellas. El teatro de revista brasileño recibió más de setenta obras con música de Chiquiña Gonzaga, entre ellas A Filha de Guedes (1885) y O Bilontra e a Mulher-Homem (1886) Fue Chiquiña también una abanderada en la puja por hacer valer los derechos de los autores sobre sus obras y junto a un grupo de intelectuales pudo crear la primera sociedad de autores musicales de Brasil.
Toda esta historia de una vida dedicada por entero a abrir caminos, es contada en una telenovela con todo el decoro y la dignidad artística que tal historia merece. Globo Internacional de Brasil, como parte de la gran industria que se dedica al género en el gigante del sur, abre caminos en un género que en otras latitudes es degradado hasta el punto de la insolencia y el irrespeto hacia el espectador. La maestría artística, que llega a alturas insospechadas, propias del mejor cine de arte a veces, unida a los más efectivos clisés, hacen de esta puesta en pantalla una de las más atrayentes del género en la actualidad.
Sin pintoresquismos, sin maquillajes, los realizadores se tomaron gran empeño en mostrar la crudeza de la realidad que debió enfrentar la Maestra Gonzaga para realizarse, el sufrimiento que provocó en ella la hostilidad del medio ante una mujer que decidió dirigir su propia vida. Todo esto es utilizado como base para construir la historia, para crear el interés en el espectador, pero también supieron los creadores de esta telenovela presentar su obra musical y la de sus contemporáneos en interpretaciones de alto valor histórico.
La miniserie llegó al espectador esta vez con elementos enriquecedores, dándole tanta importancia a la vida de los personajes, como al medio intelectual carioca en el que estos se desenvuelven. El conflicto económico, político y social del que fue naciendo la música auténticamente brasileña es abordado en esta telenovela con gran maestría, con la mayor naturalidad del mundo, atrapando al televidente, atándolo a una historia de profundo contenido, contándonos una complejísima trama con la amenidad de un cuento de hadas, poniéndonos, sin subterfugios ni amaneramientos joligudenses, en contacto directo con la auténtica música brasileña. Con Chiquinha Gonzaga, Brasil sigue abriendo el camino del buen gusto y de los más altos valores estéticos en la televisión americana.
Gracias por el artículo y por los datos sobre este personaje. A mi también me pareció excelente esa miniserie, la vi hace años y nunca la olvido, su valoración de la misma es muy justa. Me encanta la música brasilera. Había buscado información sobre la maestra Gonzaga y no la había obtenido, no estaba segura si era una historia real, es raro que con la importancia que tuvo no aparezca más información sobre ella. Saludos y gracias de nuevo.
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