jueves, 15 de mayo de 2008

OCULTO BAJO EL SOL

No le tocaría un entierro como se le hace a los mártires, o a un Comandante, pero a partir de entonces, cada 28 de octubre tuvimos que arrojar una flor en el mar, y donde no había mar en el río y donde no había río en una palangana.

Contigo en la distancia.

En octubre de 1959, cuando dieron la noticia de que Camilo Cienfuegos había aparecido de su reciente desaparición, yo era un niño, con un brote de sarampión que aun no venía a tono con los colores partidarios que llegaron después. Ni el rojo intenso de mi piel, ni la fiebre molestosa que me tenía tirado en una cama me detuvieron, y fui a parar al medio de la calle, donde todos en el barrio compartían la esperanza de recuperar a aquel hombre, o héroe de barbas muy largas y sombrero alón.

Camilo entró en La Habana sobre un tanque, pero en mi casa entró; primero, por la televisión, y después en los libros que nos regalaban en la escuela. Todo el que en esa época tenía uso de razón fue testigo de la mítica imagen que salió en el televisor, que después repitieron cientos de veces y que acuñamos en la memoria, y que aún hoy, casi medio siglo después, recuerdo que fue captada el 8 de enero de 1959 en Columbia, el cuartel más importante de La Habana.

Aquella pregunta que le hizo Fidel Castro, «¿Voy bien Camilo?», a manera de «me negarás tres veces», no la ha olvidado nadie. Aun no había amanecido tres veces, como aquel que dice, y Camilo estaba reapareciendo de su reciente desaparición, evocando, en una especie de collage bíblico el «resucitarás al tercer día». Mi madre ni se inmutó cuando me vio en el medio de la calle, rojo como un tomate y volado en fiebre, y me imagino que con una cara de asombro infantil que daba grima.

La idea de resucitarlo nunca se supo de donde vino, pero, para mostrarnos que no era un dios verdadero, se confirmó la noticia de que Camilo no volvería más. No le tocaría un entierro como se le hace a los mártires, o a un Comandante, pero a partir de entonces, cada 28 de octubre tuvimos que arrojar una flor en el mar, y donde no había mar en el río y donde no había río en una palangana.

Ya desde entonces no me cuadraba el asunto, no tanto por lo de la palangana, como por el razonamiento lógico de que si estaba desaparecido. ¿Quién me aseguraba que había desaparecido en el mar?, pero claro, eso para un niño no tiene solución.

Pero por fin el tiempo pasó, y la supuesta desaparición de Camilo Cienfuegos tuvo para mí una explicación de lógica elemental. Fue la segunda gran mentira promulgada por Fidel Castro -la primera fue decir que no era comunista, pero esta es harina de otro costal-, quien por un quítame allí esta paja, capitalizó la oportunidad y eliminó de golpe y porrazo a quien le disputaba las miradas. Tener un mártir como bandera y un Comandante menos que pudiera pugnarle el poder en el futuro fue la causa. El motivo, según testimonios razonables, su comprensión y adhesión al acto de anticomunismo en que se convirtió la renuncia del Comandante Hubert Matos.

Los sucesos me fueron aclarando el misterio a través de los años, las barbas de sus vecinos, incendiadas de tanto en tanto con la tea de Castro, fueron las claves. Las infinitas desgracias de algunos de los pares del guerrillero con sombrero alón, son el perfecto indicio de la conjura. Lo otro es lógica elemental: no hay nada oculto bajo el sol, al menos que así se quiera.

Nota: En relación con la desaparición de Camilo Cienfuegos Benigno (Dariel Alarcón Ramírez) escribió en la página 76 de su libro Memorias de un soldado cubano. Vida y muerte de la Revolución, (Tusquets editores, España 1997) lo siguiente: 

«Hace poco, conversando con Manuel Espinoza que es gran amigo mío, él se atrevió a decirme que estaba plenamente seguro de que la desaparición de Camilo había sido planificada por Fidel y Raúl, porque Camilo ya sonaba más en Cuba que el propio Fidel: ésas fueron textualmente sus palabras. Aunque hasta ahora no lo manifesté, hace mucho tiempo que ésas son mis ideas y también las de muchos invasores de la columna de Camilo. Porque nos dimos cuenta que, a partir de la muerte de Camilo, se fueron tomando más y más represalias contra nosotros, en lugar del cumplimento de la orden que Fidel había dado al principio, que, mientras existiera un rebelde en La Habana, debería ser de los hombres de Camilo, por haber sido suyo el honor de haber tomado La Habana y Matanzas».



Última actualización: 28 de octubre de 2012.

3 comentarios:

  1. Compadre, si tú también "crees" que mataron a Camilo en una tenebrosa conspiración de los Castro no repitas lo que se repite sin la aportación de la más mínima prueba. Yo te sugiero que hables de lo que sabes, si es que en realidad sabes de algo.

    ResponderEliminar
  2. aqui pusieron una entrevista de hubert matos donde salen a relucir unos cuantos detalles y una declaracion de la posta de guardia de el aeropuerto de vardero donde el tipo airma que camilo aterrizo ahi, despues de venir de el escambray pero no se le vio salir mas. Las hueyas las borraron , el piloto , el avion y algunos mas, el guardia se salvo por el cambio de turno y dela vista gorda.
    sera verdad? tiene su logica.

    ResponderEliminar
  3. Cristóbal Díaz Ayala30/10/12 11:07 p. m.

    Muy bueno. Cuántos mitos o costumbres universales pueden haber nacido como este, de una mentira? CDA

    ResponderEliminar

Están permitidos todos los argumentos, sobre todo los que están en contra de los expresados en este blog. No están permitidas las ofensas personales por innecesarias para defender una idea. Así que me tomaré el trabajo de censurarlas.

BIENVENIDO GRANDA con el Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro

  Clásicos populares en discos increíbles  (*) Ignacio Piñeiro nació en la Habana, Cuba, en el año 1888 y ya en 1906 se le conocía como uno ...