lunes, 19 de mayo de 2008

HA MUERTO LA ORQUESTA, VIVA EL REY

Las cosas de Baldomero
-No sé por qué, a donde quiera que voy me preguntan por la Sinfónica… ¡Ni que yo fuera músico…! Hoy mismo, sin ir mas lejos, volvió mi esposa con la pregunta… “¿Y cuándo empieza la Temporada Sinfóonicaaa?” Ja ja, tuve que responderle…

Así comenzó la descarga de Baldomero cuando nos encontramos después del concierto que dirigió Álvaro Manzano en el Monumento de Santiago de los Caballeros. Fue para celebrar la restauración de la República y la del propio Monumento. Habíamos tocado algunas piezas heroicas de un programa que se confeccionó a petición de la Secretaría de Cultura, y que finalizó con la obertura 1812, de Pieter Ilich Tchaikovsky.

-Para esto quedaron ustedes los profesores de “la primera institución musical del país”, de retreta en retreta y de desconcierto en desconcierto –dijo en su segunda ráfaga sin darme tiempo a pensar, y continuó-. Temporada ciclónica… esa es la única temporada que tenemos desde hace más de dos años… hoy es 17 de agosto de 2007… saca cuenta… y el último concierto de Temporada fue ni se sabe cuando. Dizque hubo Temporada de Otoño, o de no sé qué… para niños o para no sé quien… eso no es Temporada, eso es un trámite, una marca en un informe de gestión administrativa… nunca volvió a llenarse el Teatro Nacional con un concierto de la Sinfónica, más nunca hubo campañas publicitarias, brochures, programas decentes… todos quieren ser David contra Goliat… sector público versus privado… ¿será imposible concertar…? y nunca más hubo algo semejante al concierto de Placido Domingo y Ana María Martínez-.

-Bueno Baldomero, espérate ahí un momento, ¿es que hoy no me dejarás poner una? -Debí decirle aprovechando que respiraba-.

-Ni una, eso es, ni una… -Y me interrumpió casi con rabia-. Mucho menos que las notas que pudieron poner en esa tarima, tan costosa como inapropiada para semejante uso… las luces en la cara de los músicos para que no puedan leer los papeles, sin techo ni paredes, a merced de los elementos… sobre todo la lluvia y el viento de un ciclón que pasaba anunciadamente cerca… y una amplificación vergonzosa… pero siento más rabia aun porque esa obertura 1812 se hizo muchas veces en este país con todas las de la ley… Mira, te voy a contar, tú no estabas aquí todavía… si, ya imagino que me vas a decir que lo leíste… que no tienes que haber estado en un sitio para conocer su historia… a veces pienso que me tomas el pelo con eso… bueno el caso es que la estrenó aquí, como manda el espectáculo, Carlos Piantini cuando era un mozalbete, con esta misma orquesta, si mal no recuerdo en el Estadio Quisqueya, después de eso se ha tocado con decoro… algunas veces… el mismo Manzano la hizo en uno de los conciertos altagracianos en condiciones bastante adecuadas frente a la basílica de Higüey… pero esto de hoy, como dicen los cubanos, fue una miedd…-.
Aquí fui yo quien le pisó el bocadillo, no quería que semejante palabrota desluciera el siempre elegante lenguaje de Baldomero, y le dije:

-Creo que estás un poco ácido, te invito a la cena que nos ofrecerán en el Teatro-.

Pero esa noche, nada ni nadie podría calmarlo, estaba como nunca antes lo había visto, llegué a pensar que había bebido. Sufría quizás la inestabilidad espiritual que produce en algunos humanos la ruptura repentina de algunos hábitos… quizás los conciertos de la Sinfónica eran para él una adicción. Claro, que ninguna de estas reflexiones las pude hacer mientras me hablaba, porque en cuanto tuve que respirar me arrebató la línea.

-Claro, acepto alimentar al menos el cuerpo… Es común que cada cual quiera lucir, aunque sea haciendo el peor de los papeles, aunque, como el perro del hortelano, ni coma ni deje comer. Tú no me digas que lo sabes, porque tengo por seguro que vas olvidando cada concierto, así que debo decirte que, aunque cualquier orquesta del mundo hace más de cincuenta conciertos en un año y hasta cien, ustedes… “la primera institución musical del país”… sólo hicieron 25 en 2005, y 29 en 2006… ¿Cuántos harán en 2007?

-Espera Baldo, pero lo que pasa es que ahora las cosas están difíciles -le dije tratando de recordar una cifra que había leído recientemente- Hubo una vez en que se tocaron… -Y me volvió a dejar sin palabras-.

-Como cincuenta, eso sucedió en diferentes épocas, sucedió incluso durante el primer año que Manzano estuvo aquí como Director Musical. Pero entonces, la institución privada “sin fines de lucro” que estaba a cargo de programar los conciertos, aunque escogía caprichosamente el repertorio, los solistas y directores invitados, aunque obviaba muchas veces los intereses artísticos de la Orquesta, y muchísimos otros peros que siempre ponen ustedes los músicos, organizó Temporadas de más de diez conciertos, y presentaciones extraordinarios, incluidas funciones de ópera y zarzuela… teníamos casi siempre un concierto semanal… y lo más duro de todo… y… aunque los músicos nunca estuvieron de acuerdo con la distribución de las ganancias… convirtió la Orquesta, que había sido un pesado fardo para el presupuesto del Estado, en una empresa rentable -.

Por fin Baldomero hizo una larga pausa, estábamos subiendo las escaleras que llevan al lobby del Gran Teatro del Cibao, se escuchaba el trajinar de platos, cubiertos y copas y una mezcla de olores apetitosos nos salió al paso. Cuando entramos al restaurante nos incorporamos al bullicio y a la larga fila en la que se mezclaban los funcionarios del Estado con los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional de la República Dominicana. Baldomero no habló en largo rato, y cuando volvió a hacerlo dijo algunas cosas dispersas sobre las carnes, nada coherente, mencionó también el torneo electoral del próximo año, de las pocas opciones, de los males que aquejan las democracias en todo el continente, y finalmente, poco antes de despedirnos dijo una frase que aun sigo sin comprender: “Ha muerto la Orquesta, viva el Rey”.

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