Me da
miedo, pero no le cambiaré ni una coma
Imaginen que, en sus países, en las próximas elecciones,
solo tengan un candidato, o muchos, pero todos del único partido permitido, que
tengan por constitución el recipiente en el que se vierten las normas de ese
partido único. Piensen que elegir, en sus países, pudiera ser tan traumático
como votar en el Vaticano por un papa musulmán.
Foto: Fuente externa |
Y a
quienes estén mareados, hacerles pasar otra vez por Constitución Cubana lo que
en realidad no es más que una normativa, un documento que reafirma al PCC como
«la fuerza dirigente superior de la sociedad» -según reza el Artículo 5,
versículo 38 del «Proyecto»-, y que el PCC es el único que tiene el deber y el
derecho de decidir sobre los destinos de toda la sociedad, lo que implica, de
paso, que existe una clase inferior, incapaz de dirigirse por sí misma; así
que, quienes estén mareados, entenderán que así es la «democracia», o al menos
así es en Cuba, distinta, como algún día dijo Mel Zelaya en una entrevista,
pero democracia al fin.
Con el
mareo se consigue la deformación en el pensamiento colectivo de, por lo menos,
tres conceptos básicos: «debate», «Constitución» y «democracia». Es el «gato
por liebre» que se le vende a los desprevenidos, es la prestidigitación de las
palabras que dura ya más de seis décadas. Es la práctica, durante más de sesenta
años, que ha impuesto el concepto de Constitución a lo que no es más
que la «Normativa» de un partido, el concepto de Democracia a lo que
no es más que una «Dictadura», y el concepto de Debate a lo que no
son más que revisiones de textos y estilo en documentos en los que no
se puede disentir del autor.
Esta
es la esencia del llamado «Proyecto de Constitución de la República de Cuba».
No hay ni un paso atrás, como afirma Oppenheimer,
ni uno adelante, porque este es el mismo cuadro que se plantea desde hace seis
décadas, ni un paso atrás, ni uno adelante, no me dejo marear con este
discurso, en el que se le llama «Constitución» a la normativa del partido
único, «debate» al aumento y corrección de textos y estilo y «democracia» a lo
que no es más que la dictadura de un partido.
Por
eso en mi criterio, quienes escuchan deben tratar de pensar como el otro,
aunque este ejercicio sea tan demandante como hacer 100 lagartijas. Pónganse en
el pellejo de quienes pueden «debatir», pero tan solo si tienen el cuidado de
no disentir de lo normado, de no romper la normativa, de colar las palabras por
el estrecho aro del dogma que reza: con la revolución todo, contra la
revolución ningún derecho, o lo que pudiera ser interpretado también como: con
el partido todo, contra el partido ningún derecho, o también: con Dios todo,
contra Dios nada.
Imaginen
que, en sus países, en las próximas elecciones, solo tengan un candidato, o
muchos, pero todos del único partido permitido, que tengan por constitución el
recipiente en el que se vierten las normas de ese partido único. Piensen que
elegir, en sus países, pudiera ser tan traumático como votar en el Vaticano por
un papa musulmán.
Entonces
podrán sobrevivir al mareo, descubrir la prestidigitación de palabras y
entender que, en Cuba, todo cambiará para que todo siga igual, y nadie pueda
dar un paso atrás ni uno adelante.
Nota: Después
de haber releído este comentario, me siento como Virgilio en la Biblioteca Nacional
de Cuba por aquellos días de 1961, pero como él, lo soportaré y no borraré ni
una coma de lo escrito. Solo le pido perdón a mi familia, que tanto se preocupa
por mí cuando no puedo colar las palabras por el estrecho aro del dogma.
Para
bajar el Proyecto íntegro pinche aquí:
la votacion en cubita la bella es una carrera de caballos con un solo caballo compitiendo.
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