viernes, 3 de agosto de 2018

LAS AMISTADES PELIGROSAS Y LAS PROPUESTAS INDECENTES

(Este artículo lo escribí hace 8 años pero se quedó fuera de este blog por algún motivo que aún no descubro; sin embargo, al parecer no me equivoqué en mis pronósticos, por lo que está tan actualizado como si lo hubiera escrito hoy, así que ahí les va)

La venta a Chávez del 49% de la Refinería Dominicana de Petroleo

Viviendo en las cercanías de la Refinería, supe por los vecinos que allí nunca hubo un accidente y a pesar de que por aquellos años las vías de acceso a la industria estaban en pésimas condiciones, las patanas cargadas salían de allí constantemente a abastecer toda la república con millones de litros de derivados del petróleo.

Foto: Fuente externa
Un paquete de acuerdos entre Chávez y el Presidente Leonel Fernández fue firmado en Santo Domingo el pasado 5 de mayo de 2010, un evento que quedó sellado con una perorata del primero que por algún motivo, en principio incomprensible para mí, me hizo recordar un par de anécdotas.

La primera, data de la década del 60 del pasado siglo XX cuando el Comandante guerrillero Ernesto Guevara asumió el cargo de Presidente del Banco Nacional de Cuba. Entonces, cuando aun los periodistas cubanos por la fuerza de la costumbre podían hacer preguntas a los funcionarios públicos y estos estaban obligados a responderlas, alguien cuestionó al nuevo incumbente de la institución monetaria más importante del país: “¿Usted es economista?”, a lo que el guerrillero, percibiendo las dudas acerca de su capacidad para asumir tales funciones, respondió con presteza: “No, yo lo que soy es comunista”.

Lo que pasó después es Historia, la triste Historia de una gestión que propició la desaparición de la moneda nacional en Cuba.

La segunda, data de principio de la década del 90 cuando llegué a la República Dominicana. Entonces pernoctaba yo regularmente en lo que fuera el Vacacional de Haina, vecino inmediato de la Refinería Dominicana de Petróleo.

En el Vacacional había un Coronel del Ejército como Gobernador, un hombre de uniforme que después de habernos tratado con cordialidad me declaró, con cierto dolor en el rostro, que no podía ser mi amigo porque yo, como venía de Cuba, era comunista.

Viviendo en las cercanías de la Refinería, supe por los vecinos que allí nunca hubo un accidente y a pesar de que por aquellos años las vías de acceso a la industria estaban en pésimas condiciones, las patanas cargadas salían de allí constantemente a abastecer toda la república con millones de litros de derivados del petróleo. Por los vecinos, el Coronel, y algunas lecturas conocí también que esa industria era una de las más eficientes del continente americano, la que permitió que el país, aun en las peores crisis, no se quedara desabastecido del oro negro por períodos prolongados.

Al terminar su perorata en el Palacio Presidencial de Santo Domingo, cuando Chávez declaró que próximamente vendrían al país los técnicos venezolanos a participar en las renovaciones que según se ha dicho necesita esa refinería, entendí por qué recordé la anécdota del guerrillero argentino-cubano. Esos técnicos que vendrán al país, después de una década de chavismo, no ocupan sus puestos por sus méritos como profesionales de la industria del petróleo, sino por su irrestricta adhesión al mandato del militar que gobierna Venezuela, ellos son como el Che.

Si el sistema que Hugo Chávez impone en su país es una copia de la copia que hizo Castro en Cuba del sistema soviético, y si el petróleo de la URSS se convirtió en el agua que dan las nieves siberianas derretidas y dejó paralizada a Cuba por casi medio siglo, es inevitable, si no se produce un milagro, que el petróleo venezolano se convierta en agua del Orinoco y la propuesta de Chávez, aceptada y consumada por la República Dominicana, nos deje en la indigencia petrolera más temprano que tarde.

Ojalá que me equivoque, ojalá.

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