(Este artículo lo escribí hace años pero se quedó fuera de este blog por algún motivo que aún no descubro; sin embargo, al parecer mis pronósticos no estaban muy descabellados, por lo que el texto mantiene tanta actualidad como si lo hubiera escrito hoy, así que ahí les va)El morado cundió en la media isla
El «vuelve y vuelve» se hace ley, y el mangoneo una realidad tangible si todo el poder se va de un solo lado. Nadie, por más eficiente que sea -que no es el caso-, merece, por ejemplo, perpetuarse en la alcaldía de una ciudad capital por dieciséis años.
El «vuelve y vuelve» se hace ley, y el mangoneo una realidad tangible si todo el poder se va de un solo lado. Nadie, por más eficiente que sea -que no es el caso-, merece, por ejemplo, perpetuarse en la alcaldía de una ciudad capital por dieciséis años.
En la antigua Roma bastaba que el Emperador bajara el pulgar para que los gladiadores heridos en el circo fueran rematados; desde entonces, a pesar de las intenciones de instaurar democracias verdaderas, a pesar de la inteligencia vertida durante los últimos milenios por los cuatro confines del planeta para que podamos vivir en sociedades libres, plurales y tolerantes poco ha cambiado el uso que del poder hacen quienes lo alcanzan.
©ags
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Con la dictadura tras la oreja, con una transición mal masticada y peor asimilada, con el recuerdo fresco de un caudillo como Joaquín Balaguer, heredero directo del tirano, apoderado en las urnas por casi tres décadas mediante engañosos comicios, con una oposición que está en contra de cualquier propuesta oficial, pero profundamente de acuerdo con perpetuarse en el poder cuando le toque, el panorama que dejan estas elecciones es poco halagador.
El «vuelve y vuelve» se hace ley, y el mangoneo una realidad tangible si todo el poder se va de un solo lado. Nadie, por más eficiente que sea -que no es el caso-, merece, por ejemplo, perpetuarse en la alcaldía de una ciudad capital por dieciséis años.
El morado cundió en la media isla como consecuencia de los comicios del 16 de mayo, pero a diferencia del primer mandato obtenido por el PLD, cuando abrió una ventana a la esperanza e instauró una mejor correlación entre las fuerzas políticas, en esta oportunidad el equilibrio democrático se hundió. Ojalá que los aires dictatoriales que recorren nuestro continente, no se derramen como vaguada sobre nosotros. Ojalá que las amistades peligrosas con las que comparte el Presidente Fernández no lo líen en lo que en definitiva es el más visible deseo de todos los políticos que hoy ejercen la profesión: perpetuarse en el poder.
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